DROGAS

El riesgo del consumo de drogas es evidente en cualquier persona pero más todavía en el caso de las mujeres embarazadas. Las cuatro drogas ilegales más consumidas son: marihuana, éxtasis y otras anfetaminas, heroína y cocaína. Su consumo durante el embarazo supone riesgos para el bebé.

Generalmente las drogas pueden hacer que haya un mayor riesgo de aborto, que el bebé tenga bajo peso, que sea prematuro, que tenga malformaciones congénitas, problemas de aprendizaje y de conducta, etc.

Las malformaciones y defectos más comunes en los bebés cuyas madres consumen drogas durante el embarazo son: espina bífida, atresia de esófago, ausencia de ano, rotura de la pared abdominal, alteraciones cardiovasculares y malformaciones renales y urinarias.

Efectos del cannabis

El hachís y la marihuana atraviesan la barrera placentaria y pueden provocar:

– Bajo peso en el recién nacido.

– Alteraciones en las funciones cognitivas y mentales del bebé.

– Aparición de trastornos de atención e hiperactividad.

El consumo de marihuana en el embarazo puede retrasar el crecimiento del feto y puede aumentar la posibilidad de tener un parto prematuro.

Una vez nacidos, los bebés expuestos a la marihuana durante el embarazo, presentan síntomas de dependencia, como temblores, trastornos del sueño y llantos excesivos.

Una mayor sensibilidad a la estimulación, patrones de sueño deficientes y mayor dificultad en la adaptación al tacto y cambio de entorno son otras de las características que presentan estos bebés.

Efectos de las anfetaminas y las drogas de síntesis

El consumo de este tipo de drogas ha aumentado en los últimos años. Los estudios al respecto son pocos pero revelan que el consumo de estas drogas tiene un efecto negativo en el crecimiento fetal, aumentando el riesgo de defectos cardiacos, congénitos y fisura palatina con labio leporino por el consumo de estas drogas.

El bajo peso de estos bebés puede desencadenar en una mayor probabilidad de tener otros problemas, entre ellos de aprendizaje.

Efectos de la cocaína

En los primeros meses de embarazo la cocaína puede aumentar el riesgo de aborto espontáneo y en los últimos un parto prematuro con inmadurez fetal.

El bajo peso también es una característica de los hijos de madres que consumen esta droga. Los niños con bajo peso al nacer o de partos prematuros tienen una mayor probabilidad de tener problemas cognitivos, hiperactividad, trastornos de personalidad y mayor predisposición a padecer trastornos neuropsiquiátricos en la edad adulta.

En lo que respecta a la madre, el consumo de cocaína puede causar desprendimiento de placenta. De ocurrir esto, se corre el riesgo de que no llegue al bebé oxígeno suficiente, con las consiguientes consecuencias en su desarrollo neurológico.

Efectos de los opiáceos

Los embarazos de mujeres que consumen opiáceos son considerados como de alto riesgo, ya que son más frecuentes los abortos espontáneos, los partos prematuros o con retraso del crecimiento, así como las muertes fetales intrauterinas.

Otros problemas que se pueden dar son el bajo peso al nacer con problemas de incapacidades permanentes, problemas respiratorios y defectos congénitos.

Una vez nacidos, pueden presentar diferentes síntomas como dependencia en los tres días después de nacer, estornudos, irritabilidad, diarrea, vómitos, llanto continuo, convulsiones y fiebre. Entre el 60% y el 80% de los nacidos de madres heroinómanas presentan en el momento del nacimiento un síndrome de abstinencia y posteriormente problemas de aprendizaje y de conducta.

La mayoría de las personas que consumen esta droga comparten jeringuillas, de forma que existe riesgo de contagio por el virus del SIDA y el de la hepatitis C. Al contraer estas enfermedades, las probabilidades de transmitirlas al bebé durante el embarazo o el parto son altas.