ENCUENTRO VIRTUAL: ADVERSIDAD TEMPRANA Y ESCUELA

El periodo comprendido entre la gestación y los primeros 5 años de vida se conoce como infancia temprana. Es el período más intenso de desarrollo cerebral de todo el ciclo de vida, y por tanto la etapa más crítica del desarrollo humano. Lo que ocurre antes del nacimiento y en los primeros años de vida marca la vida humana posterior. Aunque los factores genéticos inciden en el desarrollo del niño, las pruebas indican que el ambiente tiene una gran influencia en la infancia temprana, de manera que los sucesos traumáticos que ocurren durante esta etapa pueden conllevar graves alteraciones en el desarrollo ulterior.

Cuando los menores de 5 años experimentan experiencias traumáticas o son testigos de eventos traumáticos, con frecuencia se piensa que son demasiado pequeños para entender y que, por tanto, no hay necesidad de tener en cuenta estas experiencias en su futuro. Sin embargo, las investigaciones demuestran que los niños pequeños se sienten afectados por acontecimientos traumáticos, incluso aunque no entiendan lo que está ocurriendo.

Estas experiencias traumáticas pueden ser el resultado de violencia intencional, tanto en la vida intrauterina (por ejemplo, cuando una mujer consume durante la gestación del bebé sustancias tóxicas: alcohol, drogas o tabaco), como una vez nacidos, en forma de negligencia, abandono físico y emocional, abusos sexuales, violencia doméstica, pérdida del cuidador/a principal, desastres naturales, hambrunas, etc.

Los niños que han sufrido estrés traumático en su infancia temprana, posteriormente suelen tener dificultades de aprendizaje, así como problemas para regular sus conductas y sus emociones. Así, la edad cronológica y la edad de desarrollo de un joven de 18 años que ha sufrido alguna forma de adversidad en su vida intrauterina o en su infancia temprana pueden variar drásticamente de un momento a otro, de manera que puede tener la capacidad lectora propia de 16 años y habilidades de lenguaje de un joven de 20 años, pero se muestra como un niño de 7 años en habilidades sociales, su nivel de autonomía personal puede ser la propia de un niño de 11 años, tener un dominio del tiempo y del dinero de 8 años y una madurez emocional de un niño de 6 años.

Tener esta información es fundamental para no tener expectativas y demandas, tanto cognitivas como de comportamiento, que pueden estar fuera de sus posibilidades si el sistema educativo no ofrece a los alumnos que han sufrido adversidad temprana en sus infancias las herramientas o los recursos necesarios para alcanzarlas. El objetivo de estas Jornadas es, precisamente, ofrecer a los profesionales de la enseñanza, de la orientación, tutores, técnicos del sistema educativo, políticos, etc. información, formación, estrategias y herramientas que permitan que el presente y futuro de estos menores no sea el fracaso escolar y/o el abandono prematuro en la adolescencia, sino una escuela inclusiva que contemple no sólo sus carencias y limitaciones, sino también todas sus potencialidades.

30 de noviembre 2017

Neurobiología de la adversidad temprana en la infancia. Incidencia en la capacidad de aprendizaje.

Rosa Fernández

Profesora Titular de Universidad del Área de Psicobiología de la Universidade da Coruña, donde imparte docencia en Neuropsicología, Biopsicología y Bases biológicas del lenguaje.

Su vida personal cambió en todos los sentidos cuando en 2007, adoptó a tres hermanos nacidos en la República Democrática del Congo. Preocupada por su forma de aprender y de relacionarse con los demás se animó a estudiar las consecuencias de la vida pasada de sus hijos en sus sistemas nerviosos.

La mirada de la Comunidad Educativa sobre el menor ATI (Adversidad Temprana en la Infancia) en el ámbito educativo. Del “niño molesto” al “niño que requiere más ayuda” a través del reconocimiento de sus Derechos.

Javier Herrera Llamas

Abogado. Presidente de Petales España, asociación de ayuda y apoyo para padres y familias de personas que presentan trastornos del vínculo afectivo o de apego.

En nombre propio

Entrevista con jóvenes que han sufrido adversidad temprana y cuentan en primera persona cómo viven o sobreviven/sobrevivieron a sus años escolares.

Marga Muñiz Aguilar

Orientadora Educativa, Logopeda y Máster en Asesoramiento en Materia de Adopción. Especialista en dificultades de aprendizaje y problemas de conducta en menores que han sufrido adversidad temprana. Presidenta y Directora de Proyectos de Tolerancia Cero. Sevilla.

14 de diciembre 2017

Una mirada a la Escuela desde la clínica de los menores ATI (Adversidad Temprana en la Infancia).

Anna Badía

Psicóloga y psicoterapeuta infantil y de adultos. Formada en psicopatología infantil y especializada en adopción, acogimiento y trauma. Experiencia en el tratamiento psicoterapéutico con menores y adultos acogidos y adoptados y en el tratamiento con adultos que han sufrido traumas. Especializada en trastornos de apego y trauma. Clínico EMDR.

De la Integración a la Inclusión. Diferencias entre una intervención educativa orientada a la integración de los alumnos con necesidades educativas especiales y una intervención educativa inclusiva dirigida a la participación de todos los alumnos en la vida del aula.

Diana Farnazeh

Maestra e investigadora en inclusión educativa y social.

La Escuela inclusiva. Buenas prácticas y otras que no lo son tanto.

Antonio Márquez

Maestro de Pedagogía Inclusiva desde hace 12 años. Actualmente trabaja como maestro del Equipo de Atención a Ciegos y D. Visuales de Granada. Coordinador del blog Visuales Granada con el que ganaron la Peonza de Bronce en Espiral Edublogs de 2012. Primer Premio en el XV Concurso Internacional de Investigación de Experiencias Escolares de la ONCE con el Proyecto “Los Ciegos y la ONCE” Participa en la coordinación de varios proyectos colaborativos como Mesas NEE siempre aportando un toque referido a la Pedagogía Inclusiva.

Inscripción Gratuita pinchado aquí

Al inscribirse recibirá un enlace para poder participar en las jornadas

Las jornadas se grabarán para todas aquellas personas que no puedan participar en directo y podrán visualizarse a través de la página web: www.easp.es

No se requieren conocimientos informáticos especiales.

ENTREVISTAS TOLERANCIA CERO

Tolerancia Cero en su afán por llevar información precisa y de calidad a las familias y profesionales ha creado su propio canal de Ivoox, una plataforma que  permite escuchar cuando y donde quieras aquella información que te puede ayudar a mejorar en la educación y crianza de tus hijos o de los menores con los que trabajas.

Simplemente tienes que descargar la aplicación en tu móvil y empezar a disfrutar de las entrevistas que realizamos a especialistas de distintas disciplinas. Te pasamos el enlace para descargar la aplicación:

https://www.ivoox.com/_ik_descarga-app_1.html

Nuestra primera entrevistada es  Rosa Fernández, profesora de Neuropsicología de la Universidade da Coruña, que nos habla de las huellas que dejan en el cerebro las experiencias tempranas. Estas huellas van a conformar nuestra personalidad, nuestra forma de aprender, la forma de gestionar los problemas que se nos presenten a lo largo de la vida, etc.

 

 

Rosa aúna de una manera muy didáctica su experiencia como profesional y como madre de tres hijos nacidos en la República Democrática del Congo. En esta entrevista nos transmite de forma fácil y accesible conocimientos complejos sobre el funcionamiento del cerebro, aplicándolo a situaciones de la vida cotidiana. Podéis acceder a la entrevista pinchando sobre el título: el impacto de la adversidad temprana en el presente y en el futuro de nuestros hijos.

En esta entrevista se menciona un artículo sobre la medicación con metilfenidato a niños diagnosticados de hiperactividad. Aquellas personas que tengan interés en leer el artículo pueden solicitarlo en info@toleranciacero.org.es

 

EL IMPACTO DE LA ADVERSIDAD EN LA INFANCIA TEMPRANA

 

El periodo comprendido entre la gestación y los primeros 5 años de vida se conoce como infancia temprana. Es el período más intenso de desarrollo cerebral de todo el ciclo de vida, y por tanto la etapa más crítica del desarrollo humano. Lo que ocurre antes del nacimiento y en los primeros años de vida marca la vida humana posterior. Aunque los factores genéticos inciden en el desarrollo del niño, las pruebas indican que el ambiente tiene una gran influencia en la infancia temprana, de manera que los sucesos traumáticos que ocurren durante esta etapa pueden conllevar graves alteraciones en el desarrollo ulterior.

Cuando los menores de 5 años experimentan experiencias traumáticas o son testigos de eventos traumáticos, con frecuencia se piensa que son demasiado pequeños para entender y que, por tanto, no hay necesidad de tener en cuenta estas experiencias en su futuro. Sin embargo, las investigaciones demuestran que los niños pequeños se sienten afectados por acontecimientos traumáticos, incluso aunque no entiendan lo que está ocurriendo.

Estas experiencias traumáticas pueden ser el resultado de violencia intencional, tanto en la vida intrauterina (por ejemplo, cuando una mujer consume durante la gestación del bebé sustancias tóxicas: alcohol, drogas o tabaco), como una vez nacidos, en forma de negligencia, abandono físico y emocional, abusos sexuales, violencia doméstica, etc. En la infancia temprana también se pueden vivir experiencias traumáticas como resultado de desastres naturales o accidentes. Los niños pequeños también pueden experimentar estrés traumático debido a procedimientos médicos dolorosos o la muerte repentina del cuidador/a principal o un miembro de la familia.

Los niños que han sufrido estrés traumático en su infancia temprana, posteriormente suelen tener dificultades para regular sus conductas y sus emociones. Pueden mostrarse muy dependiente y temerosos ante nuevas situaciones, asustarse fácilmente, ser difíciles de consolar y/o suelen ser agresivos e impulsivos. También pueden tener dificultades para dormir, olvidan destrezas recién aprendidas y muestran regresiones en algunas conductas.

El siguiente diagrama muestra cómo la edad cronológica y la edad de desarrollo de un joven que ha sufrido alguna forma de adversidad en su vida intrauterina o en su infancia temprana pueden variar drásticamente de un momento a otro, de manera que puede tener 18 años de edad real, capacidad lectora propia de 16 años y habilidades de lenguaje de un joven de 20 años, pero se muestra como un niño de 7 años en habilidades sociales, su nivel de autonomía personal puede ser la propia de un niño de 11 años, tener un dominio del tiempo y del dinero de 8 años y una madurez emocional de un niño de 6 años.

Así, determinados comportamientos que pueden parecer muy extraños para su edad actual, por su contenido e intensidad, no están relacionados con el hecho presente que está ocurriendo en esos momentos, sino con la memoria traumática almacenada, que se manifiesta a través de esa conducta.

Ante la adversidad hay tres reacciones típicas: la huída, el bloqueo y el ataque. Son tres mecanismos de defensa que aprendieron desde muy pequeños como reacción al sufrimiento que estaban experimentando en esos momentos y que posteriormente continúan usando aunque haya desaparecido ese ambiente hostil.

Es por esto que algunos menores que han sufrido adversidad temprana huyen o se esconden ante el conflicto; otros se bloquean, no son capaces de ver, de escuchar, porque se han desconectado de la situación; otros, finalmente, se transforman ante esa situación conflictiva y reaccionan de forma agresiva, descontrolada, sin relación entre el estímulo que han recibido y la respuesta que dan.

Hay que saber identificar estos tres mecanismos de defensa que usaban cuando necesitaban sobrevivir en la institución donde estaban o en su familia biológica cuando había gritos, violencia, negligencia, malos tratos, etc. Son tres sistemas de alarma que hay que aprender a reconocer porque en esos momentos el niño se está defendiendo, se está protegiendo, está pidiendo ayuda, no está atacando al cuidador/a actual. Está conectando con su pasado. Cuando el niño agrede, insulta, etc. no está agrediendo a esa persona concreta. En esos momentos lo importante es que la persona adulta entienda esto y esté lo más calmada posible para poderle calmar al menor.

Para estar calmado y poder calmar es importante aprender a interpretar de manera adecuada las conductas agresivas, los insultos, etc. Entender que aunque el niño lleve tiempo con la familia adoptiva muchos de sus comportamientos no se deben a que la familia no lo esté haciendo bien, sino que la causa real es el daño residual que el niño tiene todavía. Decirles que entendemos su enfado, su furia, su rabia, etc. es una forma de ayudarle a contenerse. En cambio, si le gritamos, si le castigamos, no le estamos ayudando. Mandarle a su habitación o expulsarle de clase hasta que se calme no ayuda porque lo que necesita es que estemos con él/ella, no alejándole de nosotros. Ellos suelen tener un concepto negativo de sí mismo con lo cual su autoestima empeora de esa forma. Necesita un adulto consistente y constante, que las veces que haga falta, le muestre que ya no necesita usar esos mecanismos de defensa.

Tener esta información es fundamental para no tener expectativas y demandas, tanto cognitivas como de comportamiento, que pueden estar fuera de sus posibilidades si no se les ofrecen las herramientas o los recursos necesarios para alcanzarlas.

Por eso, para atender las necesidades específicas que tienen de una manera más eficaz es importante promover la comprensión y la empatía, en vez del juicio y la frustración. De esta forma se estará mejor equipado para tener éxito en los retos de aprendizaje y en los problemas de conductas que presentan aquellos menores que han sufrido algún tipo de adversidad temprana.

Marga Muñiz Aguilar