Marga Muñiz Aguilar
¿Qué diferencia el éxito del fracaso?
En la vida en general y en la adopción en particular.
No lo sé muy bien.
Algunas personas piensan de otras que son personas de éxito.
Estas personas de éxito a veces se consideran a sí mismas como personas fracasadas.
Otras veces el o la interesada se considera una persona de éxito y los demás la consideran un desastre de persona.
¿Quién tiene razón?
Algunos dirán que depende de los parámetros de cada persona.
Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía.
¿Qué es una adopción de éxito?
¿Cuando el hijo o la hija es buen estudiante y se porta bien?
¿Cuándo quieres y te sientes querido o querida?
¿De quién es, en ese caso, el éxito?
¿Del padre, de la madre, del hijo o de los tres?
¿Qué ocurre cuando un hijo/a ha vivido experiencias traumáticas en momentos en los que tú todavía no formabas parte de su mundo?
¿Qué pasa cuando por esos motivos a tu hijo/a le cuesta aprender, amar o sentirse amado?
¿De quién es el fracaso?
¿Del padre, de la madre, del hijo/a o de los tres?
¿Es un éxito cuando nuestros hijos son felices?
Y nosotros también.
¿Es un fracaso cuando nuestros hijos no consiguen ser felices?
Y nosotros tampoco.
¿El sentimiento de éxito o de fracaso depende de cómo nos hagan sentir los hijos?
¿El sentimiento de éxito o de fracaso depende de cómo nos hagan sentir los demás cuando nos miran a través de nuestros hijos?
¿Es una adopción de éxito cuando los hijos nos dejan en buen lugar como padres y madres?
¿Es un fracaso cuando los hijos nos dejan en mal lugar como padres y madres?
¿Es un fracaso cuando tememos ir a recogerlos al colegio y escuchar en la puerta las quejas de los profesores y de otras madres y padres?
¿Es un fracaso cuando nos llama la policía y nos dice que nuestro hijo o nuestra hija está detenida?
¿Es un fracaso cuando se convierte en un ni-ni-ni, que ni estudia ni trabaja ni sale de su habitación?
Seguro que no.
Ni unos son los responsables últimos del éxito ni los otros lo son del aparente fracaso.
Hace poco escuché a una madre preguntarse si su hijo había venido a este mundo solamente a sufrir y hacer sufrir.
Me impactó escucharla.
Puede que esta persona considere que ha fracasado como madre.
¿Pero es así?
Seguro que no.
El fracaso en todo caso es de la sociedad que ha permitido que estos niños hayan sufrido negligencia, maltrato, abusos, abandono, etc.
Y lo peor. Permite que lo sigan sufriendo.
Siguen sufriendo por el maltrato institucional cuando no reciben diagnósticos adecuados, ni recursos educativos, ni ayuda médica, ni nada de nada.
La sociedad se ha convertido también en ni-ni-ni.
Y no estamos en países del tercer mundo, ni en países sin recursos.
Lo que ocurre es que los recursos se van en otras cosas.
Desde los casos de corrupción que se descubren día sí y día también, independientemente del partido político de turno en el poder.
Hasta los Ipads que reciben los diputados, como si no se los pudieran comprar con sus propios sueldos.
Pasando por los pingües beneficios de los que tienen más a costa de los que tienen menos.
Basta con ver cómo durante la crisis económica ha aumentado el número de personas ricas en este país.
Sí, has leido bien.
Han aumentado los ricos.
Y a los demás nos han aumentado los recortes en educación, sanidad, ley de dependencia…
Así, pues, ¿de quien es el fracaso cuando una familia tiene que criar a sus hijos sin tener en cuenta la adversidad que han sufrido en los primeros años de sus vidas?
¿Cómo es que una madre no puede tener reducción de jornada cuando uno de sus hijos padece un trastorno que le impide estar 5 ó 6 horas en el instituto?
¿Cómo es que la única solución que ofrece el centro es mantenerlo aislado cuando se porte mal?
El tiempo de aislamiento irá en aumento en función del número de conductas disruptivas que presente.
Y de los años que tenga.
Ocho años, ocho minutos de aislamiento.
Catorce años, catorce minutos de aislamiento.
Sólo falta que les apliquen durante esos minutos algún tipo de tortura adicional.
¿Se puede considerar como un fracaso si esta madre se siente superada por la situación?
¿Se puede considerar como un fracaso porque en opinión de otras personas el problema es que no sabe educar a su hijo?
Seguro que no.
Seguro que no, porque esta madre se desvive por atender a sus hijos.
¿Se desvive?
¿Qué significa esa palabra?
Según la RAE significa mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por alguien o algo.
¿Se puede considerar eso un fracaso?
Seguro que no.
¿Por qué, entonces, nos sentimos tantas veces hundidos, desfallecidos, sin fuerzas?
¿Por qué no somos capaces de ver más allá de lo que otros nos quieren hacer ver?
La televisión, la publicidad, el cine, la literatura nos vende un concepto de éxito y de fracaso del que nos quejamos, despotricamos,calificamos de equivocado, pero aún así nos sigue condicionando.
Podemos parecer personas concienciadas por mil causas justas, desde la preocupación por el calentamiento global, pasando por el drama de los refugiados y la inmigración o incluso el maltrato animal, pero en el fondo, fondo, muy fondo, al final ,muchas veces seguimos comprando el concepto materialista de éxito y fracaso que nos vende esta sociedad.
¿Cómo salir de este círculo vicioso?
¿Cómo no dejarnos atrapar por el día a día, con sus pretensiones y sus exigencias?
Exigencia de ser una mujer, una madre, una pareja, una profesional o un hombre, un padre, un profesional tipo superman o superwoman.
Y en el caso de familias adoptivas, además padres y madres terapéuticos.
Quizás la solución sea tirar por la calle de en medio.
Ni derecha ni izquierda.
Ni blanco ni negro.
Ni dentro ni fuera.
Sino derecha e izquierda.
Blanco y negro.
Dentro y fuera.
Vivimos en una cultura que es dualista desde los tiempos de Platón.
Donde las cosas son o no son.
Donde lo bueno se opone a lo malo.
Lo ancho a lo estrecho.
Lo alto a lo bajo.
¿Y si empezamos a cambiar?
¿Y si nos abrimos a una forma de pensar donde es posible la unión de los contrarios?
Como el ying y el yang, que se oponen y complementan al mismo tiempo.
Al final todo tiene que ver con las expectativas, con lo que nos han hecho creer que tenemos que conseguir si queremos ser felices y tener éxito en la vida.
Quizás la clave esté en fluir con la vida, en vez de obstinarnos en dirigirla en una dirección u otra.
Y disfrutarla, tal como nos llega, aceptando las cosas pequeñas del día a día. Una mirada, una caricia, el sol al amanecer, brillando en todo su esplendor o saliendo entre nubes, o quizás sin verlo, sabiendo que está ahí detrás de esas gotas de lluvia pertinaz.
Me niego a sentir que he fracasado si no cumplo las expectativas de lo que dicta la sociedad en la que vivimos sobre lo que significa el éxito o el fracaso.
En la vida o en una adopción. Me da igual.
Cuesta conseguirlo.
Día a día.
Momento a momento.
Pero lo haré.