Las prácticas retributivas y las prácticas restaurativas son enfoques diferentes de resolución conflictos y delitos, que surgieron primeramente en el ámbito de la justicia y ahora se utilizan en distintos ámbitos, como la familia. Estas son las diferencias clave entre ambas:
Prácticas Retributivas:
El enfoque tradicional o retributivo de la justicia se centra en castigar al infractor por el delito cometido.
Se basa en la idea de que la infracción debe ser castigada mediante la imposición de una pena proporcionada a la gravedad del delito.
El objetivo principal es proporcionar dolor de manera deliberada al responsable del comportamiento inadecuado, con el fin de que en el futuro se abstenga de tales conductas, al mismo tiempo que sirve de medida ejemplarizante para quienes pretendan cometer tales acciones.
En el lenguaje jurídico se habla de dosificación punitiva, es decir, qué dosis de castigo merece la persona por cada daño provocado. De ahí que se hable de justicia retributiva, donde un juez, de manera vertical, impone un castigo o retribución en función de la gravedad del daño provocado por el delito cometido.
Prácticas Restaurativas:
Es un enfoque centrado en reparar el daño causado por el delito y restaurar las relaciones afectadas, en lugar de centrarse únicamente en castigar al infractor.
Se enfoca en involucrar a todas las partes afectadas, incluido el infractor, las víctimas y la comunidad, en un proceso de diálogo y reconciliación.
Busca comprender las causas subyacentes a la infracción y abordarlas para prevenir futuras transgresiones.
Las acciones pueden incluir disculpas, restitución, mediación entre la víctima y el infractor, etc.
En resumen, las prácticas retributivas se centran en el castigo del infractor, la estigmatización del culpable como vía ejemplarizante para evitar que otras personas cometan las mismas infracciones, provoca dolor y promueve la sumisión. Es un método fácil y rápido pero no suele generar cambios en las conductas ni mejoran las relaciones, sino todo lo contrario, ya que suelen empeoran.
Las prácticas restaurativas se centran en la reparación del daño causado y la restauración de las relaciones. Acepta a la persona y rechaza el acto. Es un proceso que exige tiempo pero favorece la implicación y el compromiso con el cambio deseado y promueve la autoevaluación.
Es un enfoque de los conflictos que trasciende la estrategia tradicional que se basa únicamente en la imposición de sanciones.
Las Prácticas Restaurativa fomentan habilidades como la escucha, la empatía, la responsabilidad, el respeto, la colaboración y el consenso.
Los procesos de restauración son colaborativos, por lo que la toma de decisiones debe involucrar a todos los interesados. Se centra en atender, enmendar, reparar y sanar el daño de la mejor manera posible.
Las prácticas restaurativas aplicadas al ámbito familiar tienen como objetivo primordial identificar y atender los daños que nacen en el seno de la familia, para dar la oportunidad que sus integrantes asuman responsabilidades y busquen reparar el daño de manera efectiva.
Entre las prácticas restaurativas algunas que podemos mencionar son:
* La comunicación asertiva, donde no se juzga ni se descalifica, con lo cual disminuye la posibilidad de herir los sentimientos de las personas y empeorar la situación.
* La escucha activa. Significa estar atentos a todos los detalles que nos comunica la persona que está hablando. Suele usarse un objeto de habla, que puede ser cualquier pieza pequeña que se pasa de la persona que está hablando a la que va a tomar la palabra para que nadie interrumpa lo que se está diciendo, ya que sólo puede hablar la persona que tiene en su mano ese objeto.
* Las declaraciones afectivas. Sirven para expresar las necesidades y expectativas, se comprenden los comportamientos y sentimientos del otro, y se propicia una relación basada en el respeto, en los límites y en la búsqueda de soluciones.
* Preguntas restaurativas. Estas preguntas ayudan a reflexionar sobre lo que pasó, qué daño provocó esa conducta, etc. invitando a que la persona se haga responsable de la reparación de los daños ocasionados o del vínculo que se ha podido fracturar.
* Círculos de conexión familiar. Se trata de que adquirir el hábito de crear círculos, que sea un ritual que la familia lo haga propio, de forma que cuando surja un conflicto o problema de comportamiento generalizado, se pueda tratar con naturalidad y resolverlo con el apoyo del círculo.
*Círculo restaurativo. Esta reunión es una oportunidad para hablar sobre lo que sucedió y cómo cada uno de los miembros de la familia ha sido afectado. No se puede cambiar lo que ha pasado. Pero podemos trabajar juntos para recuperar la confianza y ver qué podemos hacer para detener cualquier daño adicional y arreglar las cosas lo mejor posible.
Muchas familias adoptivas y acogedoras cuyos hijos han sufrido Adversidad en la Infancia Temprana saben por experiencia como, en muchas ocasiones, los castigos y las sanciones no funcionan, sino más bien todo lo contrario, ya que provocan fractura o debilitamiento del vínculo, conductas reactivas y un aumento de las situaciones conflictivas.
Las prácticas restaurativas, en cambio, tienden a promover y fortalecer la convivencia, previenen y resuelven tensiones y conflictos, fortalecen el vínculo, restauran relaciones y crean sentimientos de pertenencia.
Todo un reto, al menos intentarlo.
Marga Muñiz Aguilar