Las Prácticas Restaurativas aplicadas al ámbito educativo hacen referencia a enfoques y metodologías diseñadas para construir, mantener y reparar relaciones dentro de los centros educativos. Estas prácticas se basan en principios de justicia restaurativa y tienen como objetivo fomentar un entorno de respeto mutuo, responsabilidad y cohesión social.
Las Prácticas Restaurativas son herramientas que se usan tanto para evitar tensiones y conflictos, como para resolverlos. Promueven la reparación del daño y la restauración de las relaciones, así como el fortalecimiento del capital social de una comunidad. Aunque se empezaron a usar en la justicia penal, actualmente se aplican en centros educativos, en centros residenciales del sistema de Protección de Menores, en el ámbito familiar, laboral, comunitario, etc.
Habitualmente, la palabra “conflicto” es entendida en un sentido negativo y se suele asociar con “violencia”. Sin embargo, no toda violencia es expresión de un conflicto, ni tampoco todos los conflictos generan expresiones violentas.
Se podría decir que, en último término, la violencia es la negación del conflicto, en la medida que pretende eliminar las diferencias e imponer una falsa solución por la fuerza. Cuando el conflicto no se afronta, ni se dan los pasos para resolverlo por cauces pacíficos, se desencadena una dinámica de incomunicación, desconfianza mutua, temores y prejuicios que puede culminar en episodios de violencia.
Sin embargo, cuando afrontamos el conflicto por medios pacíficos, el conflicto mismo y todo el proceso que conduce a su resolución suponen una oportunidad para nuestro crecimiento como personas y como sociedad. Por tanto, no hay que ver el conflicto únicamente como una crisis sino también como una oportunidad de aprendizaje, crecimiento y transformación.
Las Prácticas Restaurativas surgen inicialmente, al igual que las punitivas, de la justicia penal y se aplican, igualmente, en el ámbito familiar, educativo, etc.
En el abordaje retributivo o punitivo, el Estado lo que hace cuando sanciona los delitos o los comportamientos dañinos es proporcionar dolor de manera deliberada al responsable del comportamiento inadecuado, con el fin de que en el futuro se abstenga de tales conductas, al mismo tiempo que sirve de medida ejemplarizante para quienes pretendan cometer tales acciones. En el lenguaje jurídico se habla de dosificación punitiva, es decir, qué dosis de castigo merece la persona por cada daño provocado. De ahí que se hable de justicia retributiva, donde un juez, de manera vertical, impone un castigo o retribución en función de la gravedad del daño provocado por el delito cometido. En definitiva, se trata de proporcionar dolor de manera deliberada a la persona que ha provocado algún tipo de dolor a otra persona y ha defraudado, de esta forma, las expectativas de la sociedad.
Este mismo concepto es el que está detrás del método de sanciones o castigos dentro del ámbito familiar, educativo, comunitario, etc.
Las Prácticas Restaurativas, por el contrario, son una serie de técnicas y estrategias que se utilizan para resolver conflictos y problemas de convivencia, enfocándose, no en el ofensor, y por lo tanto, en el castigo, sino en la víctima, buscando la forma de restaurar el daño provocado y fortaleciendo el sentimiento de pertenencia.
El enfoque restaurativo ayuda a reflexionar sobre el impacto de las acciones propias en los demás. Se centra en la responsabilidad, reparar el daño causado y sanar las relaciones. Es un enfoque de los conflictos que trasciende la estrategia tradicional que se basa únicamente en la imposición de sanciones.
Resumiendo, podemos decir que las prácticas retributivas buscan penalizar y “dar ejemplo”, estigmatizan al culpable, se centran en el pasado, a veces son arbitrarias, causan dolor, promueven la sumisión en vez de la responsabilidad, son un recurso fácil y rápido, pero no suelen generar cambios permanentes en la conducta y generalmente empeoran las relaciones.
Por el contrario, las prácticas restaurativas buscan reparar y recuperar el bienestar, aceptar a la persona y rechazar la conducta, mirar al presente y al futuro. Se centran en favorecer el bienestar, promover la responsabilidad, la implicación y el compromiso. Es un proceso que exige tiempo pero impulsa el cambio deseado.