DESNUTRICIÓN Y BAJO RENDIMIENTO ESCOLAR

Marga Muñiz Aguilar

Gracias a los avances en Neuropsicología hoy sabemos que la desnutrición pre y postnatal puede ser considerada un factor de riesgo y un predictor de bajo rendimiento escolar, ya que en esas etapas una nutrición adecuada es fundamental para el desarrollo cerebral. Sin embargo es uno de los factores que menos se tiene en cuenta a la hora de buscar las causas del bajo rendimiento escolar de muchos niños procedentes de adopción internacional.

La importancia de una nutrición adecuada empieza antes de nacer, con la nutrición de la madre. Las deficiencias nutricionales que durante el embarazo tienen mayor potencial para causar efectos adversos en los aprendizajes escolares son un inadecuado aporte de proteínas, así como una deficiente aportación de hierro y de yodo.

Estas carencias provocan dificultades en la coordinación visomotora y en la motricidad fina en general, así como pobreza de vocabulario, problemas de lectura, un umbral de atención bajo, trastornos de conducta, etc.

Por otra parte, la desnutrición ocurrida en los primeros años de vida tiene un efecto mayor que la ocurrida a edades más adelantadas, ya que puede ocasionar alteraciones que pueden ser permanentes e irreversibles. Entre estas alteraciones se encuentran valores bajos en las pruebas de lenguaje, en las perceptuales y de razonamiento abstracto, así como pobreza de memoria, labilidad emocional y falta de motivación.

En un estudio comparativo realizado en Chile entre dos grupos de escolares con y sin desnutrición en el primer año de vida, los resultados mostraron que los escolares que sufrieron desnutrición tenían un coeficiente intelectual 25 más bajo y su rendimiento escolar equivalente a la tercera parte del que presentaron los escolares no desnutridos.

EL CASO DE ETIOPIA

La dieta etíope está compuesta principalmente por cereales (maíz, sorgo, teff), cultivos de raíces y tubérculos (ensete, patatas, batatas), legumbres y semillas oleaginosas.

A pesar de la abundante población ganadera, el suministro alimentario procedente de productos pecuarios es muy limitado, especialmente en las áreas rurales, si exceptuamos las zonas nómadas donde la leche es uno de los componentes principales de la dieta.

Más de la mitad de los menores de cinco años y más de la cuarta parte de las mujeres en Etiopía son anémicos, siendo la causa principal la carencia de hierro debida al bajo consumo de alimentos de origen animal.

La carencia de yodo tienen aún una prevalencia elevada, en particular en las zonas montañosas del país. En 2005 sólo el 20% de los hogares consumía sal adecuadamente yodada.

La carencia de vitamina A es un grave problema de salud pública que afecta a los niños pequeños y a sus madres, llegando a alcanzar niveles alarmantes en Amhara y Tigray.

Según un informe de la FAO, la prevalencia de subnutrición en este país alcanza al 55% del total de su población, lo que significa que 36 millones de personas están subnutridas.

El consumo de calorías por día en Etiopía es de 1.667, menos de la mitad de las calorías que consumimos en los países desarrollados.

EL CASO DE MALI

La dieta tradicional de Mali se basa principalmente en cereales (mijo, arroz, sorgo, maíz). La alimentación básica se complementa con productos lácteos y en menor medida con legumbres, raíces feculentas (batatas, ñame y yuca) frutas y hortalizas.

La dieta carece de diversidad y es pobre en micronutrientres esenciales, siendo los índices de malnutrición muy elevados. La anemia, es decir, la falta de hierro, es un grave problema de salud pública, así como la carencia de vitamina A.

En Mali, uno de cada cuatro niños sufre malnutrición crónica.

CONCLUSIONES

– Todas estas circunstancias se consideran como factores de riesgo en cuanto a los aprendizaje escolares, ya que si un niño llega a la edad escolar después de haber sufrido desnutrición crónica en sus primeros años es probable que su rendimiento escolar se vea afectado negativamente en alguna forma e intensidad.

– Las alteraciones estructurales en el cerebro dependen de la duración y de la intensidad de la deprivación nutricional, así como también del estadio en el que se encuentre el cerebro en ese momento. El período de máximo crecimiento cerebral es el que ofrece mayor vulnerabilidad. Los dos primeros años de vida con los más claves en este sentido.

– La desnutrición pre y postnatal son factores de riesgo y predictores de bajo rendimiento escolar, por lo que es importante que las familias adoptivas cuyos niños procedan de zonas con malnutrición crónica lo tengan en cuenta ya que una vez incorporados a sus nuevas familias, estos niños también se incorporan a una sociedad con altas demandas en los aprendizajes escolares.

– Las mejoras en la nutrición después de los dos años, no siempre supone una recuperación del potencial perdido. Según un estudio realizado con niños coreanos adoptados por familias americanas, aquellos que habían sido adoptados antes de los dos años mostraban comparativamente mejores puntuaciones en pruebas cognitivas que los niños adoptados más tardíamente

– Las posibilidades de revertir estos condicionantes adversos dependen en gran medida de las interacciones mutuas de varios factores, entre los cuales son fundamentales un diagnóstico precoz, una rehabilitación apropiada y de calidad por medio de programas que estimulen las funciones cognitivas deficitarias y un soporte psicosocial y afectivo adecuado, tanto por parte de las mismas familias como de la comunidad educativa.

En algunos países, como Guatemala, Perú, Ecuador, Bolivia, etc. se están desarrollando iniciativas muy interesante donde se pueden apreciar los efectos de la desnutrición en el desarrollo físico, intelectual y psicológico de los menores. No se trata de niños adoptados, sino de comunidades rurales de dichos países, pero los resultados obtenidos son perfectamente representativos de lo que han vivido muchos de los menores procedentes de adopción internacional en cuyos países hay un alto índice de desnutrición.

Las familias y los centros educativos deben tomar conciencia de las consecuencias de la desnutrición en el rendimiento escolar para no ser injustamente punitivos con estos menores. Es bastante duro pensar que han salido de una situación de injusticia social, económica o política para introducirlos en otro sistema de injusticia, en este caso, injusticia escolar porque, a veces, tanto las familias como los centros escolares tienen unas expectativas académicas poco realistas. Lo cierto es que no siempre ese rendimiento académico está dentro de sus posibilidades debido, entre otros factores, a la desnunutrición que han sufrido durante el embarazo y/o los primeros años de sus vidas.

Mi futuro en mis primeros centímetros

Libro recomendado: Neuropsicología del abandono y maltrato infantil

Especialmente el capítulo 14 dedicado al tema (Desnutrición y bajo rendimiento escolar).

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