ALIMENTACIÓN Y TRASTORNO DEL ESPECTRO ALCOHÓLICO FETAL

Estudios recientes han puesto de manifiesto que la ingesta nutricional en menores afectados de TEAF tiende a ser deficiente en determinados nutrientes, que son fundamentales para un desarrollo cognitivo y conductual adecuado.

Probablemente esto tiene que ver con los problemas que suelen presentar en cuanto a hábitos alimentarios: adquisición tardía de habilidades para alimentarse de forma autónoma, falta de apetito, picoteo constante entre comidas, sensación permanente de no estar satisfechos, etc. En estos niños el estreñimiento suele ser frecuente, seguramente debido a la escasa ingesta de fibra o a alteraciones de tipo gastrointestinal, también frecuente en estos casos.

La siguiente tabla muestra los nutrientes que habitualmente aparecen como deficitarios en menores con TEAF y los alimentos en los que se pueden encontrar.

La principal energía que necesita el cerebro para funcionar es la glucosa que proviene de comer alimentos ricos en carbohidratos, como cereales, legumbres, frutas y vegetales, así como productos lácteos. Pero, además, necesita otros nutrientes esenciales: vitaminas, minerales, ácidos grasos, proteínas, etc. Veamos la importancia de aquellos en los que los menores con TEAF son deficitarios, según los estudios citados.

El calcio

Es el mineral más abundante que se encuentra en el cuerpo humano. Los dientes y los huesos son los que contienen la mayor cantidad. Los tejidos corporales, las neuronas, la sangre y otros líquidos del cuerpo contienen el resto del calcio.

El calcio es importante para el  desarrollo de huesos y dientes, la coagulación de la sangre, el envío y recepción de señales nerviosas, la contracción y relajación muscular, el mantenimiento de un ritmo cardíaco normal, etc.

 El potasio

Es un mineral con importantes funciones a nivel muscular y del sistema nervioso.

Niveles bajos de potasio producen: estreñimiento, sensación de latidos cardíacos o palpitaciones irregulares, fatiga, vómitos, malestar, falta de apetito, debilidad muscular, hormigueo y entumecimiento.

 Aunque la principal fuente de vitamina D es el sol (90%), y solo una pequeña parte proviene de la dieta (10%), los expertos coinciden en que incluir alimentos en la dieta que contengan dicha vitamina es una medida necesaria para prevenir e incrementar los índices de vitamina D, especialmente en zonas donde hay pocas horas de sol al día o cuando los menores realizan pocas actividades al aire libre.

Algunos síntomas que nos alertan de niveles insuficientes de Vitamina D son: Fatiga y cansancio, pesimismo y un estado de ánimo más deprimido, ligera excitabilidad, debilidad muscular, nerviosismo e insomnio, antojo de comer dulces, caries y gingivitis.

La Vitamina E

El cuerpo necesita vitamina E para ayudar a mantener el sistema inmunitario fuerte frente a virus y bacterias. La vitamina E también es importante en la formación de glóbulos rojos. Ayuda al cuerpo a utilizar la vitamina K. Las células usan la vitamina E para interactuar entre ellas para llevar a cabo multitud de funciones.

La deficiencia de vitamina E puede causar neuralgia.

La Vitamina K

La vitamina K ayuda al cuerpo a construir huesos y tejidos saludables a través de las proteínas. También produce proteínas que ayudan a coagular la sangre.

Algunos síntomas de la deficiencia de vitamina K : aparición de hematomas con facilidad, hemorragias comunes (sangre en heces, orina o por la nariz) y menstruaciones abundantes.

La colina

Es la molécula precursora de la acetilcolina, un neurotransmisor que está involucrado en muchas funciones, entre las cuales se incluye la memoria y el control de los músculos.

Omega-3

La mayor parte del cerebro se compone de lípidos, y la mayor parte de estos lípidos está constituida por omega-3.

Necesitamos consumir omega-3, ya que nuestro cuerpo no produce suficiente por sí mismo. Su función es la de mejorar la plasticidad sináptica o, dicho en otras palabras, ayuda a que las neuronas del cerebro se comuniquen mejor entre sí al transmitir mensajes y hacer conexiones. Gracias a ello podemos recordar cosas importantes, como los nombres de personas o cómo atarnos los cordones de los zapatos, y aprender cosas nuevas.

Teniendo en cuenta que una nutrición adecuada es fundamental para tener un cerebro saludable y un desarrollo cognitivo adecuado, la insuficiencia nutricional puede contribuir a aumentar los problemas cognitivos o de comportamiento en menores con TEAF. En estos casos, aumentar el consumo de los nutrientes deficitarios o el uso de suplementos nutricionales puede ser una intervención adecuada para aminorar las dificultades cognitivas y conductuales que presentan.

Por otra parte, los estudios citados anteriormente también concluyen que, además de no alcanzar los estándares establecidos para ciertos nutrientes, los menores afectados de TEAF con frecuencia exceden la ingesta media de otros nutrientes, especialmente el azúcar, donde sobrepasan los estándares de forma considerable.

Teniendo en cuenta que numerosos estudios alertan de que los azúcares refinados que aparecen en refrescos, pasteles, golosinas, helados, chocolate, bollería industrial, productos elaborados, etc., afectan de forma negativa al cerebro, en particular al hipocampo, que es el área cerebral responsable de la memoria y el aprendizaje y, además, aumentan los niveles de ansiedad, se debería prestarespecial atención al consumo excesivo de azúcares por parte de los menores afectados de TEAF.

La importancia de una nutrición adecuada se observa en numerosos estudios de todo tipo. Uno de ellos evaluó en Estados Unidos a 800 niños, entre 9 y 11 años de edad, para ver el impacto que tenía la falta de desayuno en el funcionamiento cerebral. El test fue realizado a las 11 de la mañana, y se comparó a un grupo de niños que no desayunó nada ese día, con otro grupo, los niños que comieron un desayuno rico y equilibrado. Dos semanas después, se invirtieron los grupos y los que habían desayunado, en esta ocasión, hicieron las pruebas sin desayunar y viceversa.

Se observó que en los niños que no habían desayunado, su coeficiente intelectual se mantenía, pero la capacidad de aprendizaje y alerta al realizar cuentas y captar nuevos conocimientos, se vio seriamente afectada por la falta de desayuno. Los niños que no habían desayunado se equivocaban más, se distraían más, captaban menos las imágenes visuales, tenían disminución de la memoria y de la capacidad de razonamiento. La investigación constató que no desayunar antes de salir a la escuela o hacer un desayuno muy pobre  afectaba profundamente el rendimiento escolar.

Los resultados de este estudio también deberían alertar a las familias de menores con TEAF sobre la importancia de tomar un desayuno equilibrado antes de ir a la escuela.

En conclusión, teniendo en cuenta todos estos estudios, si a un menor se le estimula con ejercicios para desarrollar ciertas habilidades cognitivas, acude a terapia para tratar problemas conductuales, recibe apoyo escolar, etc. pero no se cubren de manera adecuada los requerimientos nutricionales de su cerebro, los resultados no serán siempre los más óptimos posibles.

Marga Muñiz Aguilar

Presidenta de Tolerancia Cero

Fuentes:

Nguyen, T.T., Risbud, R.D., Chambers, C.D., & Thomas, J.D. (2016). Dietary nutrient intake in school‐aged children with heavy prenatal alcohol exposure. Alcoholism: Clinical and Experimental Research, 40(5), 1075‐1082.

Werts, Rachel L et al. “Inappropriate feeding behaviors and dietary intakes in children with fetal alcohol spectrum disorder or probable prenatal alcohol exposure.” Alcoholism, clinical and experimental research vol. 38,3 (2014): 871-8. doi:10.1111/acer.12284

Fuglestad, A. J., Fink, B. A., Eckerle, J. K., Boys, C. J., Hoecker, H. L., Kroupina, M., … Wozniak, J. R. (2013). Inadequate intake of nutrients essential for neurodevelopment in children with fetal alcohol spectrum disorders (FASD). Neurotoxicology and Teratology39, 128-132. https://doi.org/10.1016/j.ntt.2013.06.005

Molteni R, Barnard RJ, Ying Z, Roberts CK, Gómez-Pinilla F. A high-fat, refined sugar diet reduces hippocampal brain-derived neurotrophic factor, neuronal plasticity, and learning.Neuroscience. 2002;112(4):803-14.

DECLARACIÓN INSTITUCIONAL DEL SENADO SOBRE EL TEAF

Con motivo del Día Internacional para la prevención del Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, el pasado día 11 de septiembre el Senado hizo una Declaración Institucional, cuyo texto adjuntamos.

Esta declaración ha sido firmada por todos los grupos políticos del Senado.

Sin duda, un gran avance para las personas afectadas y sus familias, fruto del esfuerzo de distintas asociaciones que llevamos años trabajando en la prevención del consumo de alcohol durante el embarazo y en los recursos necesarios para los menores, adolescentes, jóvenes y adultos que padecen las consecuencias de ese consumo, cuyas secuelas son de por vida.

BEBER ALCOHOL DURANTE EL EMBARAZO ES UNA RULETA RUSA PARA EL BEBÉ

Desde 1973, año en el que fueron publicadas las primeras investigaciones, las evidencias tanto clínicas como experimentales sobre el efecto teratógeno del etanol contenido en las bebidas alcohólicas es incuestionable. El consumo de alcohol durante el embarazo interfiere en el desarrollo del cerebro del embrión y del feto y afecta a su inteligencia, capacidad de aprendizaje, equilibrio emocional y comportamiento.

Hay que tener en cuenta, sin embargo,que el impacto del consumo de alcohol es diferente en función de la base genética de la madre, de la cantidad y la velocidad con la que consuma alcohol, su estado de salud general, peso, edad, el estrés, depresión, que pueda estar sufriendo, la medicación que pueda estar tomando e incluso los alimentos y bebidas no alcohólicas consumidas antes y después de consumir alcohol.
Por lo tanto, el consumo de alcohol durante el embarazo se puede convertir en una especie de ruleta rusa para el feto en formación. Según un estudio publicado en 2017 [1], una de cada 67 mujeres que consuman alcohol en el embarazo puede dar a luz un bebé afectado con el síndrome alcohólico fetal.

En el mismo estudio analizaron la prevalencia mundial de consumo de alcohol en el embarazo, para concluir que ronda el 9,8%. Es decir, una de cada diez mujeres toma alcohol durante el embarazo.
Esta prevalencia es muy diferente según las distintas zonas geográficas. Así los mayores porcentajes se dan en Irlanda(60%), Bielorrusia (47%), Dinamarca (46%), el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (41%) y la Federación Rusa (37%). La prevalencia más baja se da en la Región del Mediterráneo Oriental, donde la mayoría de las personas, incluidas las embarazadas, son abstemias debido a sus creencias religiosas.

A esto hay que añadir que la mitad de los embarazos en los países desarrollados y más del 80% en los países en desarrollo no son planeados. Esto significa que muchas mujeres no se dan cuenta de que están embarazadas durante las primeras fases de la gestación y siguen bebiendo.

Aunque muchas mujeres reducen o suprimen el consumo de alcohol durante la gestación, se estima que entre un 25%-50% de las mujeres embarazadas en la Unión Europea continúan consumiendo durante este periodo.

En España, en un estudio observacional llevado a cabo en Málaga[2] a un total de 451 mujeres embarazadas, un 27,2% de las participantes admitían beber o haber bebido durante el embarazo. El consumo fue mayor en el primer trimestre del embarazo, llegando al 40,7%. En el segundo trimestre seguían consumiendo alcohol el 23,1% y en el tercer trimestre el 17,1%. Los resultados mostraron que un 11,3% consumía alcohol a diario, un 35,2%semanalmente y un 54,3% de las mujeres presentaban un consumo mensual. La cerveza era la bebida más consumida, seguida de las bebidas espirituosas y el vino.

El trabajo responde a un diseño observacional de corte transversal sobre el consumo de tóxicos durante el embarazo, y se basa en la autodeclaración de las gestantes mediante la cumplimentación de un cuestionario que, como tal, es vulnerable a los sesgos de información y de memoria. Por lo tanto, la prevalencia del consumo de alcohol durante el embarazo y, en consecuencia, la prevalencia del síndrome alcohólico fetal, podría estar subestimada en dicho estudio, siendo realmente mucho más alta.

En estudios donde se emplean biomarcadores, como el análisis del meconio del recién nacido o el pelo de la madre en lugar del cuestionario, los datos suben de forma alarmante.

En un estudio realizado en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela[3] se detectó que el 34,65% de mujeres embarazadas había consumido alcohol durante el embarazo, aunque sólo el 4,5% admitió haber tenido un consumo ocasional, mientras que ninguna admitió una ingesta frecuente. El 50% de las mujeres que dieron positivo tuvieron hijos con bajo peso al nacer.

Es importante notar que los niños que nacen con bajo peso tienen un alto riesgo de padecer alteraciones neuropsicológicas y alteraciones en el desarrollo que afectan posteriormente a los procesos de aprendizajes escolar (problemas de lenguaje, atención, concentración, percepción viso-espacial, etc.) y al comportamiento.

Resultados similares se obtuvieron en otro estudio llevado a cabo en Barcelona. En el meconio de 10 de los 62 recién nacidos de mujeres que negaronel consumo de alcohol durante el embarazo se encontraron evidencias de exposición al alcohol.

Estos resultados concuerdan con un estudio previo realizado por el mismo grupo de investigadores. En una muestra poblacional de mujeres gestantes se encontró una exposición fetal a alcohol del 45% con el biomarcador, sin que en ningún caso el consumo hubiera sido declarado en la entrevista.

Por tanto, no se trata de un problema de unos pocos, sino de la sociedad en general. El Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal se ha convertido en la Unión Europea hoy día en la segunda causa de retraso intelectual, siendo la única  cien por cien evitable.

Los daños que produce en el feto son muy numerosos: anomalías faciales características, trastorno del neurodesarrollo, microcefalia, deterioro intelectual (leve a moderado retraso mental), déficit de atención, hiperactividad, malformaciones cardíacas, tendencia al abuso de drogas y alcohol en la adolescencia y juventud, dificultades con el cumplimiento de las normas y en la aceptación de la autoridad, problemas con la justicia, dificultades para gestionar el dinero y el tiempo, dificultades para llevar una vida autónoma en la edad adulta, etc.

Habitualmente, la exposición a etanol durante la gestación no se identifica en los niños hasta la aparición de discapacidades secundarias, generalmente cuando el niño se escolariza y los efectos del desarrollo anómalo del cerebro se hacen evidentes.

Es importante determinar la prevalencia de un trastorno para fijar las prioridades en materia de políticas de salud pública. La mayoría de los países no tienen datos sobre la prevalencia entre la población del consumo de alcohol durante el embarazo.La prevalencia está precisamente poco cuantificada debido a la falta de conciencia de la existencia del problema.

Sin embargo, los gobiernos deberían tener en cuenta no solamente el coste personal y familiar del TEAF sino también el coste económico que provoca el consumo de alcohol durante el embarazo a la hora de diseñar las políticas de salud pública.

A raíz del estudio de prevalencia del TEAF en Canadá, la Dra. Svetlana Popova recibió el encargo de cuantificar los costos económicos derivados de las medidas de aplicación de las leyes, la prestación de servicios sociales y la educación especial, así como los derivados de las pérdidas de productividad debidas a la morbilidad y la mortalidad prematura de las personas afectadas. Incluso en el supuesto de que solo el 1% de la población canadiense tuviera TEAF —unas 355 000 personas—, el costo anual se estimó en 1.800 millones de dólares canadienses (1.230 millones de euros) al año en el Canadá. Estas estimaciones no deberían estigmatizar aún más a las madres de niños con TEAF, sino más bien ayudar a priorizar la financiación y el apoyo para estas familias. Estas cifras representan los costos mínimos asociados a los TEAF en el Canadá y no incluyen el costo al que hacen frente las propias personas afectadas y sus familias[5].

En España se calcula que el Síndrome Alcohólico Fetal, que es la versión más severa del Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, puede afectar a 2 de cada 1.000 recién nacidos vivos. Aquella parte del Espectro que cursa con síntomas más sutiles (déficit de atención, dificultades de aprendizaje y alteraciones del comportamiento, que suele estar asociado a fracaso escolar e inicio precoz del consumo excesivo de alcohol), puede afectar a una población 10 veces mayor.

Si tenemos en cuenta que cada año nacen en España en torno a 400.000 niños y niñas, de los cuales el 2 por mil nacerán de madres que han consumido alcohol durante el embarazo, esto supone que de todos los nacidos vivos unos 800 sufrirán SAF y alrededor de 4.000  TEAF.

Si contamos a la población menor de 19 años que existe en España, que en estos momentos está en torno a 9.500.000, el SAF estaría afectando a 19.000 menores de 20 años y el TEAF a 95.000.

En cuanto a la población adoptada, no hay datos oficiales, pero los niños procedentes tanto de adopción nacional como internacional, especialmente los de los países del Este, forman un número significativo de afectados por el Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal. En concreto, puede haber en torno a 20.000 menores adoptados procedentes de lo que se conoce como “el cinturón del vodka” (Rusia, Bielorrusia, Ucrania y ex repúblicas soviéticas). Según datos de otros países donde el problema está más estudiado, como es el caso de Suecia, el TEAF afecta al 52% de los casos. Recientemente el Instituto Catalán de la Acogida y la Adopción ha realizado un estudio de prevalencia en Cataluña con resultados similares, ya que el 50% de la muestra estaba afectada por el TEAF[6].

Por otra parte, el TEAF es de 10 a 40 veces mayor en ciertos grupos susceptibles, que en la población general[7]. En un estudio que utilizó datos de 69 investigaciones llevadas a cabo en 17 países de América del Norte y del Sur, Europa, Asia y Australasia se analizaron cinco subpoblaciones: menores en el sistema de protección del estado, menores en servicios tutelares, poblaciones aborígenes, alumnos en servicios de educación especial y personas que utilizan servicios clínicos especializados (clínicas genéticas y clínicas para discapacidades del desarrollo o atención psiquiátrica).

La prevalencia estimada de TEAF en estos grupos es mucho mayor que la prevalencia de 7.7 por 1,000  en la población general. Por ejemplo, la prevalencia de TEAF entre los niños bajo cuidado del estado fue 32 veces mayor en los Estados Unidos y 40 veces mayor en Chile; la prevalencia entre adultos en el sistema correccional canadiense fue 19 veces mayor; y la prevalencia entre las poblaciones de educación especial en Chile fue más de 10 veces mayor.

Es prioritario, por tanto, establecer protocolos de detección para identificar a los menores con TEAF en el sistema de protección del estado,  educación especial, el sistema de justicia y otros entornos para proporcionar apoyo apropiado e intervenciones tempranas. Los profesionales que atienden a estos grupos de alto riesgo deberían estar capacitados para la identificación e intervención con personas afectadas de TEAF para brindarles una mejor atención.

La falta de diagnósticos adecuados tiene importantes consecuencias ya que deja a la población afectada en riesgo de sufrir discapacidades secundarias, entre ellas problemas de salud mental, comisión de delitos[8], internamientos, conductas sexuales inapropiadas y abuso en el consumo de alcohol y drogas, que se podrían evitar con un diagnóstico precoz y dando a las familias las ayudas y los apoyos necesarios.

Todos estos datos deberían llevar a las distintas administraciones públicas a trabajar en la prevención del consumo y en estudios de prevalencia para ser más eficaces en la intervención con la población afectada.

Como vemos, los conocimientos sobre los riesgos del consumo de alcohol durante el embarazo son muy abundantes en la literatura científica. Sin embargo,tanto a nivel de políticas de salud pública, como de personal socio sanitario, como de la sociedad en general, hay una falta de conciencia y de comprensión real del impacto del alcohol en el bebé no nacido.

Así, por ejemplo, en un estudio realizado por la Consejería de Sanidad de la Generalitat Valenciana y la Universidad de Valencia titulado “Actitudes y conocimientos sobre las consecuencias del consumo de bebidas alcohólicas durante la gestación y la lactancia en profesionales socio-sanitarios de la ciudad de Valencia” , los resultados apuntan a la existencia de actitudes permisivas por parte de los profesionales socio-sanitarios, así como la falta de formación respecto a  medidas preventivas, de detección del consumo de alcohol, de diagnóstico y de pronóstico e intervención en niños expuestos al alcohol durante la gestación y lactancia.

En el siguiente cuadro puedes ver datos de la Organización Mundial de la Salud sobre los riesgos y las consecuencias que puede tener el consumo de alcohol durante el embarazo.

[1] Estimation of national, regional, and global prevalence of alcohol use during pregnancy and fetal alcohol syndrome: a systematic review and meta-analysis.
Popova SLange SProbst CGmel GRehm J.
Lancet Glob Health. 2017 Mar;5(3):e290-e299. doi: 10.1016/S2214-109X(17)30021-9. Epub 2017 Jan 13.
[2] Exposición a tabaco, alcohol y drogas de abuso en gestantes. Estudio de prevalencia en gestantes de Málaga (España).
Marta Blasco-Alonso, Ernesto González-Mesa, Milagros Gálvez Montes, Isabel Lozano Bravo, Federico Merino Galdón, Francisco Cuenca Campos, Gema Marín Schiaffino, Sergio Pérez Torres, José Herrera Peral, Inmaculada Bellido Estévez.
Departamento de Obstetricia y Ginecología. Universidad de Málaga. Hospital Regional Universitario de Málaga. Departamento de Farmacología. Facultad de Medicina. Universidad de Málaga.
http://www.adicciones.es/index.php/adicciones/article/view/695/681
[3] Prenatal alcohol exposure and its repercussion on newborns.
Baña ATabernero MJPérez-Muñuzuri ALópez-Suárez ODosil SCabarcos P, Bermejo AFraga JMCouce ML.
J Neonatal Perinatal Med. 2014;7(1):47-54. doi: 10.3233/NPM-1471413.
[4] Validez del cuestionario de consumo materno de alcohol para detectar la exposición prenatal
Manich, M. Velasco, X. Joya, N.R. García-Lara S. Pichini O. Vall, O. García-Algar.
https://www.analesdepediatria.org/es-validez-del-cuestionario-consumo-materno-articulo-S1695403311004929
 [5] Boletín de la Organización Mundial de la Salud.
http://origin.who.int/bulletin/volumes/95/5/17-030517/es/
 [6] https://govern.cat/salapremsa/notes-premsa/307789/afers-socials-i-salut-reforcen-prevencio-i-tractament-dels-infants-i-joves-afectats-per-trastorns-de-lespectre-alcoholic-fetal
  [7] Popova S, Lange S, Shield K, Burd L, and Rehm, J. (2019) Prevalence of Fetal Alcohol Spectrum Disorder among Special Sub-populations: A Systematic Review and Meta-analysis. Addiction 111: doi:10.1111/add.14598.
[8]  Adults with Fetal Alcohol Spectrum Disorder: Factors Associated with positive outcomes and contact with the criminal justice system.
 Beth Anne Currie1 , Jane Hoy2 , Lynda Legge , Valerie K. Temple , Munazza Tahir.
J Popul Ther Clin Pharmacol Vol 23 (1):e37-e52; March 9, 2016 © 2016 Journal of Population Therapeutics and Clinical Pharmacology.

¿ES SEGURO BEBER UNA COPA DE VINO AL DÍA DESPUÉS DEL SEGUNDO TRIMESTRE DE GESTACIÓN?

En un artículo publicado ayer en El País Semanal se menciona un dato sobre la inocuidad del consumo de una copa de vino al día a partir del segundo trimestre de gestación, que ha suscitado una gran alarma en expertos y asociaciones de familias afectadas por el Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, a la que nos sumamos desde Tolerancia Cero.

Según la Organización Mundial de la Salud, un consumo esporádico de alcohol, como una o dos bebidas a la semana y que no signifique más de 20-30 gramos de etanol al día, no tiene clara su inocuidad, de ahí que desde el organismo internacional se recomiende consumo cero de alcohol durante la gestación. En cambio, en el artículo se asegura que una copa de vino diario es un consumo inocuo.

La afirmación de Emily Oster en su libro “Expecting Better” y que se menciona en el artículo, contradice los criterios de la OMS, según los cuales podría provocar en el feto déficit cognitivo leve, alteración del comportamiento o alteración del crecimiento. Por lo tanto no se trataría de un consumo seguro, como ella afirma.

Es cierto que esto no ocurre en todos los casos porque hay otros factores en juego que podrían influir en la vulnerabilidad de un feto a los efectos teratogénicos del alcohol, como la variabilidad en los antecedentes metabólicos y genéticos tanto de la madre como del feto, las influencias medioambientales, el tabaquismo materno, el estado nutricional, los niveles de estrés, y posiblemente el estilo de vida paterno. Ante esta incertidumbre lo aconsejable es el consumo cero, ya que no se ha podido establecer una cantidad mínima que no suponga riesgo. Decir lo contrario, como hace Emily Oster, y refleja el artículo de El País Semanal, es jugar a la ruleta rusa con el futuro del bebé en gestación.

Oster plantea que a partir del segundo trimestre no hay peligro. Veamos que ocurre en ese periodo y hasta el momento del parto.

Cada parte del cuerpo del futuro bebé se forma en un cierto momento del embarazo. Durante ese tiempo, ese órgano o esa parte del cuerpo, es especialmente sensible al daño causado por cualquier sustancia tóxica. Ese momento se denomina “período crítico para el desarrollo” de esa parte del cuerpo. Una vez que esa parte se ha formado no hay riesgo de desarrollar grandes malformaciones congénitas, pero todavía hay riesgo de que pueda afectar a su crecimiento y a su función.

Las barras rosas del cuadro muestran cuando cada parte es más sensible a las exposiciones dañinas y al riesgo de importantes malformaciones congénitas. Se clasifican como “mayores” si causan problemas médicos significativos y necesitan la cirugía u otro tratamiento para reparar. Defectos cardíacos, espina bífida y malformaciones congénitas de los pies son ejemplos de defectos “mayores”.

Las barras verdes muestran cuando las partes del cuerpo tienen riesgo de desarrollar malformaciones congénitas menores y defectos funcionales.

Las malformaciones congénitas mayores y menores provocan cambios físicos, estructurales. Sin embargo, en el caso de los defectos “funcionales” no cambia su estructura física pero sí su funcionamiento. La discapacidad intelectual es un claro ejemplo de defecto funcional que puede ocurrir también a lo largo del tercer trimestre como consecuencia del “consumo social” del que habla Emily Oster. Es decir, no hay ninguna cantidad mínima de consumo de alcohol que se pueda considerar segura en el embarazo.

Muchas mujeres reducen o suprimen el consumo de alcohol durante la gestación, pero se estima que entre un 25%-50% de las mujeres embarazadas en la Unión Europea continúan consumiendo durante este periodo. En España, un estudio reciente indica que el 40,7% de mujeres embarazadas toma alcohol el primer mes de gestación y el 17,1% sigue tomando alcohol los tres últimos meses.

Según algunos cálculos el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), que es la secuela más grave del consumo de alcohol durante el embarazo puede afectar a 2 de cada 1.000 recién nacidos vivos en España, pero los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF), la afectación más leve del trastorno, que cursa con síntomas de déficit de atención, dificultades de aprendizaje, hiperactividad  y alteraciones del comportamiento, que suele estar asociado a fracaso escolar e inicio precoz del consumo excesivo de alcohol, pueden afectar a una población 10 veces mayor.

Por tanto, no se trata de un problema de unos pocos, sino de la sociedad en general. El Síndrome Alcohólico Fetal, que es la secuela más grave del consumo de alcohol durante el embarazo se ha convertido en la Unión Europea en la segunda causa de discapacidad intelectual y de trastornos del neurodesarrollo tras el síndrome de Down, siendo la única causa cien por cien evitable.

El consumo de alcohol por mujeres ha ido en aumento a la par que el desarrollo económico y los cambios en los roles de género, pero también a causa de otros factores como la publicidad dirigida a las mujeres, el aumento de la disponibilidad y accesibilidad de las bebidas alcohólicas y el incremento de la aceptabilidad social del consumo de alcohol por mujeres. En España, según las estadísticas, las mujeres que más alcohol consumen son aquellas que tienen estudios superiores.

Es decir, no hay ninguna cantidad mínima de consumo de alcohol que se pueda considerar segura en el embarazo, por lo que la afirmación de Emily Oster, reproducida en el artículo, puede suponer un grave riesgo para el bebé. Es especialmente grave que no se contraste dicha opinión con las recomendaciones de organismos oficiales como  la Organización Mundial de la Salud, en cuanto a que el consumo cero es la única medida segura para el feto.

¿Hasta qué punto la información que ofrece un medio de comunicación se debe ofrecer sin ningún tipo de contraste, especialmente cuando esa desinformación puede provocar un trastorno que no tiene cura y cuyas secuelas son de por vida?

Marga Muñiz Aguilar

Presidenta de Tolerancia Cero

marga@toleranciacero.org.es