OTRA FORMA DE APRENDER ES POSIBLE

En estos momentos en los que nos tenemos en quedar en casa debido el estado de alarma decretado por el gobierno y, de esta forma, contribuir entre todos a terminar con el Covid19, queremos ofrecer de manera totalmente gratuita un libro con muchas actividades y enlaces de internet para aprender de una forma lúdica a través de las actividades de la vida cotidiana.
También puede ser el momento ideal para reforzar vínculos, disfrutar juntos y, de paso, aprender de otra forma. Por ejemplo, a través del movimiento (incluso dentro de casa); o a través de las nuevas tecnologías, cuyo uso habitualmente les tenemos restringidas; también a través de los juegos tradicionales, que las largas jornadas de los meses lectivos y las nuevas formas de vida en la ciudad los hacen prácticamente desconocidos para la mayoría de nuestr@s hij@s. La imaginación y la creatividad son también buenas maestras: démosles alas.
Se trata, en suma, de poner en práctica la famosa frase de Einstein: “Si buscas resultados diferentes no hagas siempre lo mismo”. Estos momentos de confinamiento en casa son muy apropiados para comprobar, sin la presión de las tareas diarias, los exámenes, etc., que, efectivamente, otra forma de aprender es posible.
El objetivo de este libro es dar ideas, sugerencias y recursos de la vida cotidiana que pueden ayudar a mejorar las habilidad cognitivas necesarias para los aprendizajes escolares, pero haciéndolo desde una perspectiva lúdica y motivadora.  

Puedes descargarlo pinchando aqui

ÉXITO O FRACASO EN LA ADOPCIÓN

Marga Muñiz Aguilar

¿Qué diferencia el éxito del fracaso?

En la vida en general y en la adopción en particular.

No lo sé muy bien.

Algunas personas piensan de otras que son personas de éxito.

Estas personas de éxito a veces se consideran a sí mismas como personas fracasadas.

Otras veces el o la interesada se considera una persona de éxito y los demás la consideran un desastre de persona.

¿Quién tiene razón?

Algunos dirán que depende de los parámetros de cada persona.

Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía.

¿Qué es una adopción de éxito?

¿Cuando el hijo o la hija es buen estudiante y se porta bien?

¿Cuándo quieres y te sientes querido o querida?

¿De quién es, en ese caso, el éxito?

¿Del padre, de la madre, del hijo o de los tres?

¿Qué ocurre cuando un hijo/a ha vivido experiencias traumáticas en momentos en los que tú todavía no formabas parte de su mundo?

¿Qué pasa cuando por esos motivos a tu hijo/a le cuesta aprender, amar o sentirse amado?

¿De quién es el fracaso?

¿Del padre, de la madre, del hijo/a o de los tres?

¿Es un éxito cuando nuestros hijos son felices?

Y nosotros también.

¿Es un fracaso cuando nuestros hijos no consiguen ser felices?

Y nosotros tampoco.

¿El sentimiento de éxito o de fracaso depende de cómo nos hagan sentir los hijos?

¿El sentimiento de éxito o de fracaso depende de cómo nos hagan sentir los demás cuando nos miran a través de nuestros hijos?

¿Es una adopción de éxito cuando los hijos nos dejan en buen lugar como padres y madres?

¿Es un fracaso cuando los hijos nos dejan en mal lugar como padres y madres?

¿Es un fracaso cuando tememos ir a recogerlos al colegio y escuchar en la puerta las quejas de los profesores y de otras madres y padres?

¿Es un fracaso cuando nos llama la policía y nos dice que nuestro hijo o nuestra hija está detenida?

¿Es un fracaso cuando se convierte en un ni-ni-ni, que ni estudia ni trabaja ni sale de su habitación?

Seguro que no.

Ni unos son los responsables últimos del éxito ni los otros lo son del aparente fracaso.

Hace poco escuché a una madre preguntarse si su hijo había venido a este mundo solamente a sufrir y hacer sufrir.

Me impactó escucharla.

Puede que esta persona considere que ha fracasado como madre.

¿Pero es así?

Seguro que no.

El fracaso en todo caso es de la sociedad que ha permitido que estos niños hayan sufrido negligencia, maltrato, abusos, abandono, etc.

Y lo peor. Permite que lo sigan sufriendo.

Siguen sufriendo por el maltrato institucional cuando no reciben diagnósticos adecuados, ni recursos educativos, ni ayuda médica, ni nada de nada.

La sociedad se ha convertido también en ni-ni-ni.

Y no estamos en países del tercer mundo, ni en países sin recursos.

Lo que ocurre es que los recursos se van en otras cosas.

Desde los casos de corrupción que se descubren día sí y día también, independientemente del partido político de turno en el poder.

Hasta los Ipads que reciben los diputados, como si no se los pudieran comprar con sus propios sueldos.

Pasando por los pingües beneficios de los que tienen más a costa de los que tienen menos.

Basta con ver cómo durante la crisis económica ha aumentado el número de personas ricas en este país.

Sí, has leido bien.

Han aumentado los ricos.

Y a los demás nos han aumentado los recortes en educación, sanidad, ley de dependencia…

Así, pues, ¿de quien es el fracaso cuando una familia tiene que criar a sus hijos sin tener en cuenta la adversidad que han sufrido en los primeros años de sus vidas?

¿Cómo es que una madre no puede tener reducción de jornada cuando uno de sus hijos padece un trastorno que le impide estar 5 ó 6 horas en el instituto?

¿Cómo es que la única solución que ofrece el centro es mantenerlo aislado cuando se porte mal?

 El tiempo de aislamiento irá en aumento en función del número de conductas disruptivas que presente.

Y de los años que tenga.

Ocho años, ocho minutos de aislamiento.

Catorce años, catorce minutos de aislamiento.

Sólo falta que les apliquen durante esos minutos algún tipo de tortura adicional.

¿Se puede considerar como un fracaso si esta madre se siente superada por la situación?

¿Se puede considerar como un fracaso porque en opinión de otras personas el problema es que no sabe educar a su hijo?

Seguro que no.

Seguro que no, porque esta madre se desvive por atender a sus hijos.

¿Se desvive?

¿Qué significa esa palabra?

Según la RAE significa mostrar incesante y vivo interés, solicitud o amor por alguien o algo.

¿Se puede considerar eso un fracaso?

Seguro que no.

¿Por qué, entonces, nos sentimos tantas veces hundidos, desfallecidos, sin fuerzas?

¿Por qué no somos capaces de ver más allá de lo que otros nos quieren hacer ver?

La televisión, la publicidad, el cine, la literatura nos vende un concepto de éxito y de fracaso del que nos quejamos, despotricamos,calificamos de equivocado, pero aún así nos sigue condicionando.

Podemos parecer personas concienciadas por mil causas justas, desde la preocupación por el calentamiento global, pasando por el drama de los refugiados y la inmigración o incluso el maltrato animal, pero en el fondo, fondo, muy fondo, al final ,muchas veces seguimos comprando el concepto materialista de éxito y fracaso que nos vende esta sociedad.

¿Cómo salir de este círculo vicioso?

¿Cómo no dejarnos atrapar por el día a día, con sus pretensiones y sus exigencias?

Exigencia de ser una mujer, una madre, una pareja, una profesional o un hombre, un padre, un profesional tipo superman o superwoman.

Y en el caso de familias adoptivas, además padres y madres terapéuticos.

Quizás la solución sea tirar por la calle de en medio.

Ni derecha ni izquierda.

Ni blanco ni negro.

Ni dentro ni fuera.

Sino derecha e izquierda.

Blanco y negro.

Dentro y fuera.

Vivimos en una cultura que es dualista desde los tiempos de Platón.

Donde las cosas son o no son.

Donde lo bueno se opone a lo malo.

Lo ancho a lo estrecho.

Lo alto a lo bajo.

¿Y si empezamos a cambiar?

¿Y si nos abrimos a una forma de pensar donde es posible la unión de los contrarios?

Como el ying y el yang, que se oponen y complementan al mismo tiempo.

Al final todo tiene que ver con las expectativas, con lo que nos han hecho creer que tenemos que conseguir si queremos ser felices y tener éxito en la vida.

Quizás la clave esté en fluir con la vida, en vez de obstinarnos en dirigirla en una dirección u otra.

Y disfrutarla, tal como nos llega, aceptando las cosas pequeñas del día a día. Una mirada, una caricia, el sol al amanecer, brillando en todo su esplendor o saliendo entre nubes, o quizás sin verlo, sabiendo que está ahí detrás de esas gotas de lluvia pertinaz.

Me niego a sentir que he fracasado si no cumplo las expectativas de lo que dicta la sociedad en la que vivimos sobre lo que significa el éxito o el fracaso.

En la vida o en una adopción. Me da igual.

Cuesta conseguirlo.

Día a día.

Momento a momento.

Pero lo haré.

FRACASO AFECTIVO Y REALIDAD

Los niños y niñas adoptados lo han llegado a ser debido a las dificultades detectadas en sus familia de origen por los servicios de protección de menores.

La negligencia, el maltrato, la violencia, las situaciones políticas y sociales de algunos países o el abandono son factores comunes en las historias previas de muchos de estos menores. En estas situaciones es probable que sus figuras de referencia no hayan sabido o podido dar respuesta a las demandas, necesidades y seguridad que son imprescindibles para un adecuado desarrollo del mundo cognitivo y afectivo de cualquier menor.

Esta adversidad inicial va a marcar sus vidas.

Afectará a sus relaciones futuras, su personalidad, sus emociones, sus conductas, desarrollando expectativas negativas sobre otros adultos y sobre sí mismos, poniendo en riesgo su capacidad para vincularse a otras personas. También podrá afectar a su desarrollo cognitivo.

Por otra parte, las familias adoptivas, en ocasiones, llegan a la adopción tras pérdidas como la infertilidad, la ausencia de pareja o el duelo por el hijo que no tuvieron o que perdieron. Y en la mayoría de los casos llegan sin haber hecho el duelo correspondiente por estas pérdidas.

Además, la adopción se produce tras muchos trámites, exhaustivas evaluaciones psicosociales y largas esperas que la mayoría de las veces fomentan expectativas muy idealizadas de la futura maternidad y/o paternidad adoptiva.

A esto hay que sumar que probablemente no tendrán modelos de referencia en su entorno sobre cómo actuar como padres y madres adoptivos.

La nueva familia se construye, por tanto, a partir del cruce de dos historias.

La de un menor que, pese a su corta edad, posiblemente haya sufrido bastantes pérdidas, entre ellas, y cómo mínimo, la separación de su familia de nacimiento, por mucho que no fuera funcional y, por tanto, habiendo experimentado un trauma ya en el inicio de su vida.

La de unos adultos con expectativas poco realistas y probablemente sin haber elaborado el duelo por sus propias pérdidas.

Además, pueden existir algunos factores de riesgo que pueden agravar la situación.

En los menores:

– Familia biológica con antecedentes de enfermedad mental o exposición fetal al alcohol y las drogas.

– Período largo de institucionalización, con múltiples cuidadores.

– Menores que han sufrido algún tipo de abuso sexual.

En la familia adoptiva:

– Motivación inadecuada

-Diferencias dentro de la pareja.

– Falta de apoyo por parte de la familia extensa.

Y en estas circunstancias comienzan su historia en común como familia. La mezcla puede llegar a ser explosiva.

¿Qué hacer cuando las experiencias negativas se amontonan, pese a la buena voluntad de ambas partes?

¿Qué hacer cuando las experiencias negativas se amontonan pese a la buena voluntad, aparente, de una sola de las partes?

¿Qué hacer con el sentimiento de fracaso que se apodera de todas las partes?

¿De quién es el fracaso?

¿De los padres y/o madres?

¿De los hijos o hijas?

¿De la ECAI o de la Administración que no informó adecuadamente?

¿Del sistema educativo que no entiende la realidad de estos menores?

¿Del sistema sanitario que no sabe dar diagnósticos adecuados?

¿Del sistema judicial que los condena sin tener presente su posible discapacidad?

¿Qué hacer cuando surgen sentimientos de culpa, reproches, incomprensión, impotencia, agresividad, intolerancia?

Nadie nos había dicho que esto podía ocurrir. O si nos lo habían dicho no lo habíamos querido oír pensando que esto no nos podría ocurrir a nosotros. Quizás a otros, pero a nosotros no.

Nosotros nos hemos preparado, somos tolerantes, no tenemos expectativas irreales, lo hemos apostado todo por ellos. Y los queremos. Tal como son. Con sus luces y sus sombras. Con sus blancos y sus negros. Sin grises.

Pero, con todo, sentimos el dolor del fracaso. El nuestro y el suyo. Incluso puede que más el suyo que el nuestro. Porque, además, no se dejan ayudar.

¿Qué nos queda?

¿Qué podemos hacer?

¿Resignarnos?

¿Sufrir el resto de nuestras vidas y verlos sufrir a ellos?

No. No sé muy bien, pero sé que la respuesta es no.

¿Qué tal si nos bajamos de nuestro pedestal de personas eficaces, responsables, disciplinadas, con un buen nivel de estudio y de trabajo o no, pero personas honradas y trabajadoras que lo hemos conseguido todo con nuestro esfuerzo?

¿Qué tal si miramos hacia dentro y vemos nuestras debilidades y flaquezas, las cosas que no hemos conseguido superar, aquellas que conocemos y otras muchas que incluso ignoramos?

¿Qué tal si en vez de ver el mundo como una competición donde vence el más fuerte lo empezamos a ver como un lugar donde vence la cooperación de los que parecen más débiles?

Según los biólogos, las células pueden sobrevivir sin ayuda pero buscan activamente entornos que permitan su supervivencia y evitan los que les resultan hostiles o tóxicos.

¿Qué tal si en vez de esperar que imiten el estilo competitivo de esta sociedad les animamos a imitar el comportamiento de las células, que se unen y cooperan para formar grupos más fuertes e inteligentes?

¿Qué tal si los más fuertes ayudan a los más débiles y, de esta forma, todos nos volvemos más fuertes? Ellos y nosotros.

El fracaso no es nuestro ni de ellos. Es de todos.

De todos por no ser capaces de ver más allá de las apariencias.

Por no ver que detrás de las apariencias hay otras muchas realidades.

Que no todo es que estudien.

Ni que saquen el título de la ESO.

O como mal menor que saquen el título de la ESA.

Que tampoco es que encuentren un trabajo y lo mantengan.

Que no sólo tenemos cabeza.

Qué también tenemos corazón.

Y cuerpo.

Y sufren y sufrimos con el corazón y con el cuerpo.

Y ahora me dirán: Ya, pero vivimos en sociedad.

¿Y qué?

Es como cuando un profesor dice: es que tengo 25 más.

¿Y qué?

Si le enseñas a trabajar desde la cooperación dará igual que no los trates a todos de la misma forma. Porque eso es lo justo.

No se trata de tener derecho a ser iguales, sino de tener igual derecho a ser diferentes.

Pues igual en casa.

Y en la calle.

Y en todas partes.

¿Por qué tiene que tener amigos de su edad, si no tiene la misma edad que sus amigos?

Si te duele a ti, le va a doler a él o ella.

Si no te duele a ti, no le va a doler a él o ella.

El principio del cambio está en nosotros.

Si quieres cambiar el mundo, empieza cambiando tú.

No es fácil.

Pero es cuestión de ponerse. Y de ponerse con otros.

Como las células.

Buscando entornos que no sean hostiles ni tóxicos.

Dejando la mentalidad de que sólo los más aptos sobreviven.

Agrupándonos en una fuerza única.

Dejando de perseguir el viento…

Porque el cambio sí es posible.

Entre todos.

Porque a todos nos pasan las mismas cosas.

Aunque parezcan diferentes.

Sólo hay que mirar en su interior y en el nuestro para darnos cuenta de que detrás de las apariencias hay otras muchas realidades.

LA VENTANA

LA VENTANA es la primera plataforma online en español que ofrece formación, recursos prácticos, acompañamiento permanente y apoyo emocional a familias adoptivas,  acogedoras y colaboradoras así como a familias biológicas que quieran mejorar sus habilidades parentales y marentales.

¿Por qué LA VENTANA?

La ventana es un espacios que nos abre a los demás, nos trae aire fresco, nos permite mirar a lo lejos con perspectiva, nos acerca a vecinos y amigos…

Muchas familias adoptivas y acogedoras con hijos que han sufrido adversidad temprana (negligencia, abandono, malos tratos, abusos sexuales, etc.) o familias biológicas que tenéis hijos con problemas graves de conducta, expresáis con frecuencia que tenéis sentimientos de soledad y aislamiento porque no siempre las dificultades y problemas que vivís son entendidas por vuestro entorno.

Esta ventana os abre a un colectivo de familias que viven las mismas experiencias que vosotros y pone a vuestro alcance profesionales de amplia experiencia en el mundo de la adopción y el acogimiento, así como en el tratamiento de problemas graves de conducta, que os darán recursos y herramientas para gestionar esas dificultades.

¿Por qué online?

Es un recurso online porque la mayoría de vosotros no siempre tenéis recursos y profesionales especializados en vuestro entorno.

Este recurso virtual os permite estar conectados desde la comodidad de vuestro propio hogar (sin necesidad de hacer gastos de tiempo y dinero en desplazamientos) con familias que pueden estar físicamente a kilómetros de distancia pero con quienes podéis compartir las preocupaciones que a veces os surgen en la educación de vuestros hijos y, al mismo tiempo, contar con especialistas que os asesoren y acompañen en las dificultades que surjan en el día a día.

El manejo del sistema es muy sencillo y no se requieren conocimientos técnicos de ningún tipo. Solamente una buena conexión a internet y un ordenador, móvil o tablet que cuente con altavoz, micrófono y videocámara. 

¿Qué servicios ofrece?

-Una sesión grupal al mes para profundizar en el conocimiento de temas como Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, Trastorno de Apego, dificultades de aprendizaje, problemas graves de conducta, trauma, búsqueda de orígenes, itinerarios educativos, salidas profesionales, discapacidad, dependencia, incapacidad, gestión del patrimonio, cuestiones legales, justicia juvenil, etc.

Esta reunión grupal permite, además, establecer una relación entre iguales, ya que, después de la exposición del tema por parte de un especialista cada familia puede hacer preguntas, compartir experiencias, etc. con el resto de las familias participantes.

Las sesiones grupales se celebrarán los segundos jueves de cada mes a las 20:00 h. salvo cambio acordado previamente. Tendrá una duración de 60 minutos.

-Una sesión individual con cada familia una vez al mes para atender de forma personalizada su situación y necesidades. Estas sesiones se acordarán con cada familia de forma consensuada en día y hora.

-Acompañamiento permanente entre sesión y sesión para situaciones puntuales de urgencia que puedan surgir.

-Foro de la comunidad. Este foro es cerrado por lo que sólo tienen acceso los miembros de LA VENTANA. Cuenta con un compromiso de confidencialidad para garantizar la privacidad del mismo. Los miembros pueden hablar y compartir experiencias sin temor a ser juzgados o criticados. El foro será administrado por nuestro equipo que velará porque las intervenciones se mantengan dentro del respeto a las diversas opiniones.

-Materiales y documentación de interés (videos, entrevistas con expertos, guías, películas, etc.) tanto para el grupo como para cada familia en particular en función de sus necesidades específicas.

¿Quién dirige LA VENTANA?

LA VENTANA está dirigida por Marga Muñiz Aguilar,  directora de proyectos de Tolerancia Cero y Rafa Llor,  director  de Albores de Murcia, dos profesionales de larga y amplia experiencia en el trabajo con familias adoptivas y acogedoras, así como con familias que tienen hijos con problemas graves de conducta, que estarán presentes simultáneamente tanto en las sesiones grupales como en las individuales.

¿Cuánto cuesta?

Todos los servicios, incluidos los honorarios de los dos profesionales que atienden a las familias, tanto en las sesiones grupales, como en las individuales o en las situaciones puntuales de urgencia que puedan surgir es de 120 € al mes. En caso de convenio con asociaciones se ofrecerá un descuento a los miembros de dicha asociación.

QUIERO INSCRIBIRME

Información y contacto

laventana@alboresdemurcia.es

consultas@toleranciacero.org.es

Móvil 669 642 832

7 IDEAS EQUIVOCADAS EN TORNO AL TEAF

Hay algunas ideas ampliamente extendidas en torno al Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal que son perjudiciales para entender en toda su complejidad la situación de las personas afectadas por el TEAF. Si no se desmontan estas ideas no se puede responder de manera adecuada a sus necesidades.
Antes de poder ayudar a personas con TEAF de una manera efectiva, hay que entender la verdadera naturaleza de su discapacidad.

Vamos a analizar 7 de las ideas que son frecuentemente consideradas como ciertas, cuando en realidad, se trata de equivocaciones comunes en torno al TEAF.

1.-Las personas con TEAF siempre tienen retraso mental.

Aunque es cierto que el TEAF produce un daño cerebral durante la etapa prenatal y que cada persona que lo padece tiene fortalezas y debilidades cognitivas específicas, no todas las personas con TEAF tiene retraso mental. De hecho, es posible padecerTEAF y tener un CI dentro del rango normal e incluso superior a la media, pero al mismo tiempo tener problemas con las funciones ejecutivas, dificultades de autorregulación, escasas habilidades sociales, etc.

Solamente los niños más severamente afectados, es decir, con una clara microcefalia y con otras malformaciones físicas, son fácilmente detectables en el momento del parto.

Menos del 10% de las personas afectadas por TEAF tienen anomalías físicas, pero todas tienen daño cerebral.

2.- Los problemas de conducta asociados al TEAF son el resultado de habilidades parentales pobres o de un mal entorno familiar.

Las personas con TEAF nacen con algún tipo de daño cerebral, por lo que no procesan la información de la misma forma que la mayoría de las personas y no siempre se comportan de la manera que los demás esperan de ellos.

El daño cerebral, de hecho, puede permear incluso el mejor de los ambientes y provocar problemas de conducta que son auténticos retos para las familias.

Las familias y los cuidadores de estas personas necesitan ayuda y apoyo, no críticas.

Por supuesto, un entorno comprensivo y cariñoso ayuda a los niños con TEAF, pero su ausencia no es la causa primaria de la discapacidad.

3.- Admitir que los niños con TEAF tienen daño cerebral significa que la sociedad se inhibirá  ante sus problemas y dejará de ofrecerles recursos y apoyos.

Algunas personas piensan que aceptar el daño cerebral implica que se les deje sin esperanzas y sin opciones de tratamiento. Sin embargo, es todo lo contrario. Hasta ahora no se ha prestado atención a sus necesidades precisamente por el desconocimiento que había en torno a estos trastornos.

4.- Los niños afectados en un momento dado superarán el TEAF.

El TEAF dura toda la vida, aunque sus manifestaciones y complicaciones asociadas varían con la edad. Los menores, adolescentes y jóvenes con daño cerebral generalmente requieren más tiempo de vida tutelada y muchos necesitan más ayuda de la habitual para alcanzar su nivel óptimo de adaptación al sistema de vida normalizado.

Entender esto puede ayudar a las familias a planificar para sus hijos una transición estructurada entre la escuela y el trabajo.

5.- Diagnosticar a un niño con TEAF frustrará su desarrollo.

Diagnosticar simplemente significa reconocer una enfermedad por sus síntomas. El problema no es el diagnóstico, sino la falta de recursos y conocimientos que hay en la actualidad entre muchos profesionales sobre como tratar la enfermedad.

Por otra parte, el diagnóstico no frustra nada, sino que simplemente frena las expectativas poco realistas. En la práctica, muchos afectados y sus familias respiran aliviados cuando reciben el diagnóstico porque así  al menos entienden el origen de sus problemas.

6.- Es inútil diagnosticar TEAF porque no tiene realmente un tratamiento adecuado.

Esta actitud no se suele tener con otras enfermedades incurables, como por ejemplo, el autismo. ¿Por qué tenerla en este caso?

Para cualquier familia es mejor educar a un hijo una vez que conoce el diagnóstico, ya que tanto la familia como la escuela  pueden proponerse metas y objetivos para asegurarse que el niño alcanza su máximo potencial.

Tener el diagnóstico ayuda a entender ciertas conductas que de otra forma resultan incomprensibles y ayuda a explicar a otras personas estas conductas. También sirve para responder de una manera más apropiada a dichas conductas.

Un diagnóstico también ayuda a las familias a crear grupos de apoyo con otras familias que tengan hijos con el mismo problema.

El diagnóstico, además, proporciona visibilidad y la visibilidad promueve la búsqueda de soluciones.

7.- Las personas con TEAF actúan siempre de manera que la sociedad considera como irresponsable o inapropiado.

Las personas con TEAF habitualmente les importa mucho complacer a los demás y desean ser aceptado por otros, pero sus problemas orgánicos con la memoria, procesamiento de la información, o los efectos de la sobreestimulación, hace que todo funcione en contra de sus deseos.

Simplemente tienen problemas entendiendo los significados y las relaciones de un mundo demasiado complejo para ellos. Además, la experiencia repetida de fallar en alcanzar las expectativas que los demás tienen sobre ellos, puede generar un rechazo a enfrentarse a retos y dificultades.

En un entorno empático y con los ayudas adecuadas pueden alcanzar logros y metas gratificantes que les sirvan de retroalimentación para seguir trabajando y superando obstáculos.