BEBER ALCOHOL DURANTE EL EMBARAZO ES UNA RULETA RUSA PARA EL BEBÉ

Desde 1973, año en el que fueron publicadas las primeras investigaciones, las evidencias tanto clínicas como experimentales sobre el efecto teratógeno del etanol contenido en las bebidas alcohólicas es incuestionable. El consumo de alcohol durante el embarazo interfiere en el desarrollo del cerebro del embrión y del feto y afecta a su inteligencia, capacidad de aprendizaje, equilibrio emocional y comportamiento.

Hay que tener en cuenta, sin embargo,que el impacto del consumo de alcohol es diferente en función de la base genética de la madre, de la cantidad y la velocidad con la que consuma alcohol, su estado de salud general, peso, edad, el estrés, depresión, que pueda estar sufriendo, la medicación que pueda estar tomando e incluso los alimentos y bebidas no alcohólicas consumidas antes y después de consumir alcohol.
Por lo tanto, el consumo de alcohol durante el embarazo se puede convertir en una especie de ruleta rusa para el feto en formación. Según un estudio publicado en 2017 [1], una de cada 67 mujeres que consuman alcohol en el embarazo puede dar a luz un bebé afectado con el síndrome alcohólico fetal.

En el mismo estudio analizaron la prevalencia mundial de consumo de alcohol en el embarazo, para concluir que ronda el 9,8%. Es decir, una de cada diez mujeres toma alcohol durante el embarazo.
Esta prevalencia es muy diferente según las distintas zonas geográficas. Así los mayores porcentajes se dan en Irlanda(60%), Bielorrusia (47%), Dinamarca (46%), el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (41%) y la Federación Rusa (37%). La prevalencia más baja se da en la Región del Mediterráneo Oriental, donde la mayoría de las personas, incluidas las embarazadas, son abstemias debido a sus creencias religiosas.

A esto hay que añadir que la mitad de los embarazos en los países desarrollados y más del 80% en los países en desarrollo no son planeados. Esto significa que muchas mujeres no se dan cuenta de que están embarazadas durante las primeras fases de la gestación y siguen bebiendo.

Aunque muchas mujeres reducen o suprimen el consumo de alcohol durante la gestación, se estima que entre un 25%-50% de las mujeres embarazadas en la Unión Europea continúan consumiendo durante este periodo.

En España, en un estudio observacional llevado a cabo en Málaga[2] a un total de 451 mujeres embarazadas, un 27,2% de las participantes admitían beber o haber bebido durante el embarazo. El consumo fue mayor en el primer trimestre del embarazo, llegando al 40,7%. En el segundo trimestre seguían consumiendo alcohol el 23,1% y en el tercer trimestre el 17,1%. Los resultados mostraron que un 11,3% consumía alcohol a diario, un 35,2%semanalmente y un 54,3% de las mujeres presentaban un consumo mensual. La cerveza era la bebida más consumida, seguida de las bebidas espirituosas y el vino.

El trabajo responde a un diseño observacional de corte transversal sobre el consumo de tóxicos durante el embarazo, y se basa en la autodeclaración de las gestantes mediante la cumplimentación de un cuestionario que, como tal, es vulnerable a los sesgos de información y de memoria. Por lo tanto, la prevalencia del consumo de alcohol durante el embarazo y, en consecuencia, la prevalencia del síndrome alcohólico fetal, podría estar subestimada en dicho estudio, siendo realmente mucho más alta.

En estudios donde se emplean biomarcadores, como el análisis del meconio del recién nacido o el pelo de la madre en lugar del cuestionario, los datos suben de forma alarmante.

En un estudio realizado en el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela[3] se detectó que el 34,65% de mujeres embarazadas había consumido alcohol durante el embarazo, aunque sólo el 4,5% admitió haber tenido un consumo ocasional, mientras que ninguna admitió una ingesta frecuente. El 50% de las mujeres que dieron positivo tuvieron hijos con bajo peso al nacer.

Es importante notar que los niños que nacen con bajo peso tienen un alto riesgo de padecer alteraciones neuropsicológicas y alteraciones en el desarrollo que afectan posteriormente a los procesos de aprendizajes escolar (problemas de lenguaje, atención, concentración, percepción viso-espacial, etc.) y al comportamiento.

Resultados similares se obtuvieron en otro estudio llevado a cabo en Barcelona. En el meconio de 10 de los 62 recién nacidos de mujeres que negaronel consumo de alcohol durante el embarazo se encontraron evidencias de exposición al alcohol.

Estos resultados concuerdan con un estudio previo realizado por el mismo grupo de investigadores. En una muestra poblacional de mujeres gestantes se encontró una exposición fetal a alcohol del 45% con el biomarcador, sin que en ningún caso el consumo hubiera sido declarado en la entrevista.

Por tanto, no se trata de un problema de unos pocos, sino de la sociedad en general. El Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal se ha convertido en la Unión Europea hoy día en la segunda causa de retraso intelectual, siendo la única  cien por cien evitable.

Los daños que produce en el feto son muy numerosos: anomalías faciales características, trastorno del neurodesarrollo, microcefalia, deterioro intelectual (leve a moderado retraso mental), déficit de atención, hiperactividad, malformaciones cardíacas, tendencia al abuso de drogas y alcohol en la adolescencia y juventud, dificultades con el cumplimiento de las normas y en la aceptación de la autoridad, problemas con la justicia, dificultades para gestionar el dinero y el tiempo, dificultades para llevar una vida autónoma en la edad adulta, etc.

Habitualmente, la exposición a etanol durante la gestación no se identifica en los niños hasta la aparición de discapacidades secundarias, generalmente cuando el niño se escolariza y los efectos del desarrollo anómalo del cerebro se hacen evidentes.

Es importante determinar la prevalencia de un trastorno para fijar las prioridades en materia de políticas de salud pública. La mayoría de los países no tienen datos sobre la prevalencia entre la población del consumo de alcohol durante el embarazo.La prevalencia está precisamente poco cuantificada debido a la falta de conciencia de la existencia del problema.

Sin embargo, los gobiernos deberían tener en cuenta no solamente el coste personal y familiar del TEAF sino también el coste económico que provoca el consumo de alcohol durante el embarazo a la hora de diseñar las políticas de salud pública.

A raíz del estudio de prevalencia del TEAF en Canadá, la Dra. Svetlana Popova recibió el encargo de cuantificar los costos económicos derivados de las medidas de aplicación de las leyes, la prestación de servicios sociales y la educación especial, así como los derivados de las pérdidas de productividad debidas a la morbilidad y la mortalidad prematura de las personas afectadas. Incluso en el supuesto de que solo el 1% de la población canadiense tuviera TEAF —unas 355 000 personas—, el costo anual se estimó en 1.800 millones de dólares canadienses (1.230 millones de euros) al año en el Canadá. Estas estimaciones no deberían estigmatizar aún más a las madres de niños con TEAF, sino más bien ayudar a priorizar la financiación y el apoyo para estas familias. Estas cifras representan los costos mínimos asociados a los TEAF en el Canadá y no incluyen el costo al que hacen frente las propias personas afectadas y sus familias[5].

En España se calcula que el Síndrome Alcohólico Fetal, que es la versión más severa del Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, puede afectar a 2 de cada 1.000 recién nacidos vivos. Aquella parte del Espectro que cursa con síntomas más sutiles (déficit de atención, dificultades de aprendizaje y alteraciones del comportamiento, que suele estar asociado a fracaso escolar e inicio precoz del consumo excesivo de alcohol), puede afectar a una población 10 veces mayor.

Si tenemos en cuenta que cada año nacen en España en torno a 400.000 niños y niñas, de los cuales el 2 por mil nacerán de madres que han consumido alcohol durante el embarazo, esto supone que de todos los nacidos vivos unos 800 sufrirán SAF y alrededor de 4.000  TEAF.

Si contamos a la población menor de 19 años que existe en España, que en estos momentos está en torno a 9.500.000, el SAF estaría afectando a 19.000 menores de 20 años y el TEAF a 95.000.

En cuanto a la población adoptada, no hay datos oficiales, pero los niños procedentes tanto de adopción nacional como internacional, especialmente los de los países del Este, forman un número significativo de afectados por el Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal. En concreto, puede haber en torno a 20.000 menores adoptados procedentes de lo que se conoce como “el cinturón del vodka” (Rusia, Bielorrusia, Ucrania y ex repúblicas soviéticas). Según datos de otros países donde el problema está más estudiado, como es el caso de Suecia, el TEAF afecta al 52% de los casos. Recientemente el Instituto Catalán de la Acogida y la Adopción ha realizado un estudio de prevalencia en Cataluña con resultados similares, ya que el 50% de la muestra estaba afectada por el TEAF[6].

Por otra parte, el TEAF es de 10 a 40 veces mayor en ciertos grupos susceptibles, que en la población general[7]. En un estudio que utilizó datos de 69 investigaciones llevadas a cabo en 17 países de América del Norte y del Sur, Europa, Asia y Australasia se analizaron cinco subpoblaciones: menores en el sistema de protección del estado, menores en servicios tutelares, poblaciones aborígenes, alumnos en servicios de educación especial y personas que utilizan servicios clínicos especializados (clínicas genéticas y clínicas para discapacidades del desarrollo o atención psiquiátrica).

La prevalencia estimada de TEAF en estos grupos es mucho mayor que la prevalencia de 7.7 por 1,000  en la población general. Por ejemplo, la prevalencia de TEAF entre los niños bajo cuidado del estado fue 32 veces mayor en los Estados Unidos y 40 veces mayor en Chile; la prevalencia entre adultos en el sistema correccional canadiense fue 19 veces mayor; y la prevalencia entre las poblaciones de educación especial en Chile fue más de 10 veces mayor.

Es prioritario, por tanto, establecer protocolos de detección para identificar a los menores con TEAF en el sistema de protección del estado,  educación especial, el sistema de justicia y otros entornos para proporcionar apoyo apropiado e intervenciones tempranas. Los profesionales que atienden a estos grupos de alto riesgo deberían estar capacitados para la identificación e intervención con personas afectadas de TEAF para brindarles una mejor atención.

La falta de diagnósticos adecuados tiene importantes consecuencias ya que deja a la población afectada en riesgo de sufrir discapacidades secundarias, entre ellas problemas de salud mental, comisión de delitos[8], internamientos, conductas sexuales inapropiadas y abuso en el consumo de alcohol y drogas, que se podrían evitar con un diagnóstico precoz y dando a las familias las ayudas y los apoyos necesarios.

Todos estos datos deberían llevar a las distintas administraciones públicas a trabajar en la prevención del consumo y en estudios de prevalencia para ser más eficaces en la intervención con la población afectada.

Como vemos, los conocimientos sobre los riesgos del consumo de alcohol durante el embarazo son muy abundantes en la literatura científica. Sin embargo,tanto a nivel de políticas de salud pública, como de personal socio sanitario, como de la sociedad en general, hay una falta de conciencia y de comprensión real del impacto del alcohol en el bebé no nacido.

Así, por ejemplo, en un estudio realizado por la Consejería de Sanidad de la Generalitat Valenciana y la Universidad de Valencia titulado “Actitudes y conocimientos sobre las consecuencias del consumo de bebidas alcohólicas durante la gestación y la lactancia en profesionales socio-sanitarios de la ciudad de Valencia” , los resultados apuntan a la existencia de actitudes permisivas por parte de los profesionales socio-sanitarios, así como la falta de formación respecto a  medidas preventivas, de detección del consumo de alcohol, de diagnóstico y de pronóstico e intervención en niños expuestos al alcohol durante la gestación y lactancia.

En el siguiente cuadro puedes ver datos de la Organización Mundial de la Salud sobre los riesgos y las consecuencias que puede tener el consumo de alcohol durante el embarazo.

[1] Estimation of national, regional, and global prevalence of alcohol use during pregnancy and fetal alcohol syndrome: a systematic review and meta-analysis.
Popova SLange SProbst CGmel GRehm J.
Lancet Glob Health. 2017 Mar;5(3):e290-e299. doi: 10.1016/S2214-109X(17)30021-9. Epub 2017 Jan 13.
[2] Exposición a tabaco, alcohol y drogas de abuso en gestantes. Estudio de prevalencia en gestantes de Málaga (España).
Marta Blasco-Alonso, Ernesto González-Mesa, Milagros Gálvez Montes, Isabel Lozano Bravo, Federico Merino Galdón, Francisco Cuenca Campos, Gema Marín Schiaffino, Sergio Pérez Torres, José Herrera Peral, Inmaculada Bellido Estévez.
Departamento de Obstetricia y Ginecología. Universidad de Málaga. Hospital Regional Universitario de Málaga. Departamento de Farmacología. Facultad de Medicina. Universidad de Málaga.
http://www.adicciones.es/index.php/adicciones/article/view/695/681
[3] Prenatal alcohol exposure and its repercussion on newborns.
Baña ATabernero MJPérez-Muñuzuri ALópez-Suárez ODosil SCabarcos P, Bermejo AFraga JMCouce ML.
J Neonatal Perinatal Med. 2014;7(1):47-54. doi: 10.3233/NPM-1471413.
[4] Validez del cuestionario de consumo materno de alcohol para detectar la exposición prenatal
Manich, M. Velasco, X. Joya, N.R. García-Lara S. Pichini O. Vall, O. García-Algar.
https://www.analesdepediatria.org/es-validez-del-cuestionario-consumo-materno-articulo-S1695403311004929
 [5] Boletín de la Organización Mundial de la Salud.
http://origin.who.int/bulletin/volumes/95/5/17-030517/es/
 [6] https://govern.cat/salapremsa/notes-premsa/307789/afers-socials-i-salut-reforcen-prevencio-i-tractament-dels-infants-i-joves-afectats-per-trastorns-de-lespectre-alcoholic-fetal
  [7] Popova S, Lange S, Shield K, Burd L, and Rehm, J. (2019) Prevalence of Fetal Alcohol Spectrum Disorder among Special Sub-populations: A Systematic Review and Meta-analysis. Addiction 111: doi:10.1111/add.14598.
[8]  Adults with Fetal Alcohol Spectrum Disorder: Factors Associated with positive outcomes and contact with the criminal justice system.
 Beth Anne Currie1 , Jane Hoy2 , Lynda Legge , Valerie K. Temple , Munazza Tahir.
J Popul Ther Clin Pharmacol Vol 23 (1):e37-e52; March 9, 2016 © 2016 Journal of Population Therapeutics and Clinical Pharmacology.

¿ES SEGURO BEBER UNA COPA DE VINO AL DÍA DESPUÉS DEL SEGUNDO TRIMESTRE DE GESTACIÓN?

En un artículo publicado ayer en El País Semanal se menciona un dato sobre la inocuidad del consumo de una copa de vino al día a partir del segundo trimestre de gestación, que ha suscitado una gran alarma en expertos y asociaciones de familias afectadas por el Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal, a la que nos sumamos desde Tolerancia Cero.

Según la Organización Mundial de la Salud, un consumo esporádico de alcohol, como una o dos bebidas a la semana y que no signifique más de 20-30 gramos de etanol al día, no tiene clara su inocuidad, de ahí que desde el organismo internacional se recomiende consumo cero de alcohol durante la gestación. En cambio, en el artículo se asegura que una copa de vino diario es un consumo inocuo.

La afirmación de Emily Oster en su libro “Expecting Better” y que se menciona en el artículo, contradice los criterios de la OMS, según los cuales podría provocar en el feto déficit cognitivo leve, alteración del comportamiento o alteración del crecimiento. Por lo tanto no se trataría de un consumo seguro, como ella afirma.

Es cierto que esto no ocurre en todos los casos porque hay otros factores en juego que podrían influir en la vulnerabilidad de un feto a los efectos teratogénicos del alcohol, como la variabilidad en los antecedentes metabólicos y genéticos tanto de la madre como del feto, las influencias medioambientales, el tabaquismo materno, el estado nutricional, los niveles de estrés, y posiblemente el estilo de vida paterno. Ante esta incertidumbre lo aconsejable es el consumo cero, ya que no se ha podido establecer una cantidad mínima que no suponga riesgo. Decir lo contrario, como hace Emily Oster, y refleja el artículo de El País Semanal, es jugar a la ruleta rusa con el futuro del bebé en gestación.

Oster plantea que a partir del segundo trimestre no hay peligro. Veamos que ocurre en ese periodo y hasta el momento del parto.

Cada parte del cuerpo del futuro bebé se forma en un cierto momento del embarazo. Durante ese tiempo, ese órgano o esa parte del cuerpo, es especialmente sensible al daño causado por cualquier sustancia tóxica. Ese momento se denomina “período crítico para el desarrollo” de esa parte del cuerpo. Una vez que esa parte se ha formado no hay riesgo de desarrollar grandes malformaciones congénitas, pero todavía hay riesgo de que pueda afectar a su crecimiento y a su función.

Las barras rosas del cuadro muestran cuando cada parte es más sensible a las exposiciones dañinas y al riesgo de importantes malformaciones congénitas. Se clasifican como “mayores” si causan problemas médicos significativos y necesitan la cirugía u otro tratamiento para reparar. Defectos cardíacos, espina bífida y malformaciones congénitas de los pies son ejemplos de defectos “mayores”.

Las barras verdes muestran cuando las partes del cuerpo tienen riesgo de desarrollar malformaciones congénitas menores y defectos funcionales.

Las malformaciones congénitas mayores y menores provocan cambios físicos, estructurales. Sin embargo, en el caso de los defectos “funcionales” no cambia su estructura física pero sí su funcionamiento. La discapacidad intelectual es un claro ejemplo de defecto funcional que puede ocurrir también a lo largo del tercer trimestre como consecuencia del “consumo social” del que habla Emily Oster. Es decir, no hay ninguna cantidad mínima de consumo de alcohol que se pueda considerar segura en el embarazo.

Muchas mujeres reducen o suprimen el consumo de alcohol durante la gestación, pero se estima que entre un 25%-50% de las mujeres embarazadas en la Unión Europea continúan consumiendo durante este periodo. En España, un estudio reciente indica que el 40,7% de mujeres embarazadas toma alcohol el primer mes de gestación y el 17,1% sigue tomando alcohol los tres últimos meses.

Según algunos cálculos el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), que es la secuela más grave del consumo de alcohol durante el embarazo puede afectar a 2 de cada 1.000 recién nacidos vivos en España, pero los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF), la afectación más leve del trastorno, que cursa con síntomas de déficit de atención, dificultades de aprendizaje, hiperactividad  y alteraciones del comportamiento, que suele estar asociado a fracaso escolar e inicio precoz del consumo excesivo de alcohol, pueden afectar a una población 10 veces mayor.

Por tanto, no se trata de un problema de unos pocos, sino de la sociedad en general. El Síndrome Alcohólico Fetal, que es la secuela más grave del consumo de alcohol durante el embarazo se ha convertido en la Unión Europea en la segunda causa de discapacidad intelectual y de trastornos del neurodesarrollo tras el síndrome de Down, siendo la única causa cien por cien evitable.

El consumo de alcohol por mujeres ha ido en aumento a la par que el desarrollo económico y los cambios en los roles de género, pero también a causa de otros factores como la publicidad dirigida a las mujeres, el aumento de la disponibilidad y accesibilidad de las bebidas alcohólicas y el incremento de la aceptabilidad social del consumo de alcohol por mujeres. En España, según las estadísticas, las mujeres que más alcohol consumen son aquellas que tienen estudios superiores.

Es decir, no hay ninguna cantidad mínima de consumo de alcohol que se pueda considerar segura en el embarazo, por lo que la afirmación de Emily Oster, reproducida en el artículo, puede suponer un grave riesgo para el bebé. Es especialmente grave que no se contraste dicha opinión con las recomendaciones de organismos oficiales como  la Organización Mundial de la Salud, en cuanto a que el consumo cero es la única medida segura para el feto.

¿Hasta qué punto la información que ofrece un medio de comunicación se debe ofrecer sin ningún tipo de contraste, especialmente cuando esa desinformación puede provocar un trastorno que no tiene cura y cuyas secuelas son de por vida?

Marga Muñiz Aguilar

Presidenta de Tolerancia Cero

marga@toleranciacero.org.es

 

 

 

 

 

 

 

 

«NO LO HE ROBADO, SOLAMENTE LO HE COGIDO»

TEAF Y EL CONCEPTO DE LA PROPIEDAD

El concepto de propiedad es un concepto abstracto, por lo tanto, un chico/a con TEAF tendrá problemas a la hora de discriminar lo que es suyo de lo que no lo es, ya que les cuesta entender las abstracciones. El hecho de que algo “esté ahí”, sin nadie al lado y, por tanto, sin propietario aparente, se puede convertir en “es mío, porque yo lo he encontrado”. Si hubiera alguien cerca, el chico/a lo interpretaría como que ese objeto pertenece a esa persona, y le serviría de clave para entender que ese objeto pertenece a alguien y no lo puede coger.

El robar, por tanto, está frecuentemente relacionado en un chico/a con TEAF con la falta de comprensión del concepto de propiedad y de los conceptos de tiempo y espacio.Veamos ejemplo.

Un chico expresaba que si él veía en un bar un móvil en un extremo de una mesa y a una persona en el otro extremo, entendía que el móvil no era de nadie y podía cogerlo. El espacio entre la persona y el móvil él lo interpretaba como suficientemente grande como para que no fuera de esa persona y por lo tanto lo podría coger porque “se lo había encontrado”. Para él, habría sido robar si el móvil y la persona hubieran estado juntos. Explicó que habitualmente sentía un impulso irrefrenable hacia todo aquello que estuviera “por ahí” y que por eso lo cogía.

A la pregunta de si le gustaría que alguien viera su móvil en una esquina de la mesa y él estuviera en el otro y se lo llevara, la respuesta fue que no le importaba, que era lógico que se lo llevara porque “se lo había encontrado”.

Otro chico comentó que estaba muy enfadado porque le habían acusado de robar un refresco, cuando lo único que había hecho era cogerlo porque “estaba allí” y él tenía sed. La situación era que el repartidor había dejado en la puerta del instituto una caja de refrescos mientras bajaba otra del camión. En el momento que el chico llegó no había nadie junto a la caja y, por tanto, interpretó que no era de nadie y al tener sed había cogido uno, pero que eso no era robar. Eso era “coger”. Al ser castigado por haberlo cogido, se sintió injustamente tratado y entró en una actitud de rebeldía y agresividad por haber sido acusado de algo que no había hecho.

Por lo tanto, para una persona con TEAF “encontrar” o “coger” algo ocurre cuando la clave visual, es decir, la persona, que es quien conecta el objeto con su propietario, está ausente.

Con personas afectadas de TEAF no se puede hablar de soluciones, sino de estrategias. Por eso, vamos a dar algunas claves a las familias, cuidadores, profesores, etc. de personas con TEAF para ayudar a estos chico/as a desarrollar el concepto de propiedad, en vez de castigarles por no entenderlo y “robar”, en palabras de cualquier persona, o “coger”, en las suyas propias, algo que, aparentemente no tiene propietario.

Estrategia 1
Enseñe que cuando se “encuentre” algún objeto o cuando según él/ella no haya nadie cerca y por tanto no tenga dueño, se haga la siguiente pregunta: “¿Es mío? Si no es mío, no lo cojo”. Las personas con TEAF aprenden con más facilidad lo que es suyo que lo que no lo es. Además, necesitan mensajes cortos y sencillos para entender conceptos complejos.

Estrategia 2
Asigne un símbolo o un color a cada persona de la familia, de manera que aprenda a distinguir qué objetos son de su propiedad y cuales son de otros miembros de la familia. Los que no tienen su color o su símbolo no les pertenece y, por tanto, no los puede coger, sin pedir permiso previamente.

Estrategia 3
Los objetos de valor nunca se deberían dejar en lugares donde ellos los puedan “encontrar”.

Estrategia 4
Evite que tengan mochilas con muchos bolsillos donde puedan guardar los objetos que se “encuentren” sin que nos percatemos de ello.

Estrategia 5
Procure, igualmente, que lleven ropa sin bolsillos, o con los bolsillos cosidos, para evitar que puedan ocultar las cosas que “cogen” porque se las han encontrado y después no recuerdan donde las han puesto.

Estrategia 6
Evite preguntar “por qué” coge algo que no es suyo. Sustituya esa pregunta por “cómo” y “dónde”. De esta forma es más fácil devolver el objeto y trabajar para prevenir que vuelva a ocurrir en el futuro.

Dado que con frecuencia no entienden el concepto de que si cogen algo que no es suyo tienen que devolverlo, de que si no es suyo no deben cogerlo sin pedir permiso, etc. es importante darle claves y estrategias para que aprendan a gestionar todo lo relacionado con la propiedad, el pedir prestado, el coger sin permiso, etc. en vez de sancionarlos por no alcanzar en toda su extensión el concepto de propiedad.

Marga Muñiz Aguilar

marga@toleranciacero.org.es

DÍA MUNDIAL DEL TEAF

Desde 1999, cada 9 de septiembre se celebra el Día Mundial de los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal. Se celebra el día 9 del 9 por los nueve meses de embarazo. ¿Por qué hace falta dedicar un día a los efectos del consumo de alcohol durante el embarazo?

De todas las sustancias tóxicas que una mujer puede consumir durante el embarazo: marihuana, cocaína, heroína, metanfetamina, tabaco o alcohol, éste último, con diferencia, es el que produce mayores daños, ya que el alcohol pasa directamente al feto a través de la placenta. Se trata, pues, de la primera forma de maltrato infantil, ya que se produce durante la vida intrauterina. La paradoja es que su consumo es legal.

En la siguiente infografía se puede apreciar con claridad los efectos que las sustancias tóxicas provocan en el feto y cómo el alcohol es el que más daño provoca: problemas respiratorios, defectos orgánicos congénitos, alto riesgo de padecer síndrome de muerte súbita, llanto excesivo, problemas para dormir, hiperactividad, problemas de aprendizaje, problemas de alimentación, malformaciones faciales, retraso en el crecimiento y bajo peso al nacer. El conjunto de estos efectos se conoce como Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal.

 

 

 

Desde 1973, año en el que fueron publicados por primera vez los síntomas del alcoholismo fetal, se sabe que el alcohol durante el embarazo interfiere en el desarrollo del cerebro del feto y afecta en el futuro a su inteligencia, capacidad de aprendizaje, equilibrio emocional y comportamiento.

El alcohol es soluble en el agua y la grasa corporal, por lo que la concentración de alcohol en el bebé es casi igual al de la madre, que no necesita ser alcohólica para dar a luz a un bebé con este síndrome. El riesgo se incrementa con un consumo elevado, pero incluso el llamado “consumo social” puede producir daño al feto, ya que simplemente 20 gramos de etanol ya es perjudicial. Y teniendo en cuenta que un vaso de vermut tiene 21 gramos y dos quintos de cerveza tiene 18 gramos, estas cantidades pueden parecer insignificantes, pero resultan fatales para el bebé.

Aunque muchas mujeres reducen o suprimen el consumo de alcohol durante la gestación, se estima que entre un 25%-50% de las mujeres embarazadas en la Unión Europea continúan consumiendo durante este periodo. En España, un estudio reciente indica que el 40,7% de mujeres embarazadas toma alcohol el primer mes de gestación y el 17,1% sigue tomando alcohol los tres últimos meses.

Por tanto, no se trata de un problema de unos pocos, sino de la sociedad en general. El Síndrome Alcohólico Fetal, la forma más severa del trastorno, se ha convertido en la Unión Europea en la segunda causa de retraso mental, tras el síndrome de Down, siendo la única causa cien por cien evitable.

Cuarenta y cinco años después de haberse publicado los primero datos, tanto la escasa literatura científica sobre el tema, como el desconocimiento por parte de la mayoría de profesionales sanitarios y de la sociedad en general de sus nefastos efectos, muestran que hay una falta de conciencia y de comprensión a nivel mundial del impacto del alcohol en el bebé no nacido. Su prevalencia está precisamente poco cuantificada debido a esta falta de conciencia del problema, lo mismo que las dificultades a la hora de diagnosticarlo y las escasas medidas de protección para las personas afectadas.

Por este motivo, se hace necesario llamar la atención de la sociedad cada 9 de Septiembre por medio de la celebración del Día Mundial de los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal, de las graves consecuencias del consumo de alcohol durante el embarazo.

Este año, por primera vez, varias asociaciones, entre ellas Tolerancia Cero, nos hemos coordinado para dar difusión de los efectos perjudiciales que produce en el feto el consumo de alcohol durante el embarazo y hacer un llamamiento a las distintas administraciones del Estado sobre la necesidad de dar a conocer el Trastorno y reclamar diagnósticos precoces, así como los apoyos necesarios para los menores, adolescente, jóvenes y adultos afectados.

En el siguiente enlace tienes toda la información y la posibilidad de registrarte para asistir al evento que se va a celebrar en el salón de actos de la Delegación del Plan Nacional sobre Drogas en Madrid.

CUANDO APRENDER ES VOLVER A EMPEZAR

En la mitología griega se cuenta que Sísifo fue obligado a cumplir un castigo, que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez.

Esto es lo que, a veces, le ocurre a algunos menores, adolescentes y jóvenes que han sufrido adversidad en la infancia temprana por consumo de alcohol, drogas o tabaco durante el embarazo por parte de sus madres; o han sufrido abandono, negligencia, malnutrición, abusos, etc. Estos alumnos olvidan con facilidad lo que aprenden, se quedan en blanco en los exámenes, tienen problemas para entender las secuencias lógicas como las tablas de multiplicar, los días de la semana o los meses del año; no entienden el principio de causa efecto, les cuesta generalizar lo aprendido, tienen problemas con la gestión del tiempo, el principio de autoridad o el concepto de la propiedad… con lo cual tienen que volver a aprender una y otra vez las mismas cuestiones.

La diferencia con Sísifo es que ellos no son responsables de estas circunstancias y, por lo tanto, cualquier castigo por las dificultades que tienen, por las cosas que olvidan, por los conceptos que no entienden, por todo aquello que tienen que volver a aprender una y otra vez, es totalmente injusto. Y es lo que suele hacer el sistema educativo con ellos. Sancionarlos por no ser capaces de llegar a la cima.

Pero volver a empezar una y otra vez a aprender, como el mito de Sísifo, no necesariamente tiene que significar la incapacidad de una persona para alcanzar su objetivo, sino que también puede simbolizar la necesidad de desarrollar, perfeccionar y comprender sus esfuerzos. Ahí está nuestro reto como educadores con aquellos alumnos y alumnas que han sufrido alguna forma de adversidad en sus infancias tempranas y para los que aprender significa volver a empezar una y otra vez.

En el siguiente enlace podéis ver la ponencia que sobre este tema presenté en el “III Congreso Internacional de Educación Motiva, Crea, Aprende.CIMCA18″, celebrado en Madrid del 2 al 5 de Julio.

https://tv.urjc.es/video/5b4c7e4fd68b14ae578b459a